Crucé la frontera de Vietnam sin tener muy claro el destino al que me dirigía. En tres días debería estar en Ho Chi Min, donde me reuniría con dos buenas amigas de Cataluña para viajar juntas de sur a norte de Vietnam durante tres semanas. Hasta entonces, todo lo demás estaba un poco en el aire: sólo tenía que llegar a Vietnam.
Tras mis días en Kampot y Kep, cuando llegó al fin la fecha escrita en mi visado de Vietnam, tomé un autobús que me llevaría hasta el pueblo de Ha Tien, ayundándome así también a cruzar la frontera. No tenía nada demasiado definido pero mis planes iniciales eran llegar a Can Tho, ciudad famosa por sus mercados flotantes.
Lo que no sabía, es que eso que parecía tan sencillo sería, en realidad, bastante complicado. Dejando de lado el trámite fronterizo que ya expliqué en este post, una vez llegué a Ha Tien, y pese a todo lo prometido en la agencia de viajes de Kep con la que acordé específicamente que me dejasen en la estación de autobuses, el autobús me dejó en el centro de la "ciudad". Tras pelear mucho con unas chicas (que me ignoraban) de la agencia vietnamita en la que me dejó el autobús conseguí que un señor con moto me hiciese caso. La verdad es que desconocía que era lo que él ganaría en todo este asunto, pero decidió llevarme a cambiar dinero y después a la estación de autobús.
Para cambiar dinero me llevó a una pequeña tienda donde me ofrecían un cambio de moneda bastante malo. En el momento, bastante rabiosa, le dije que no, que ni hablar, que me llevase a un cajero automático donde podría sacar dinero de mi tarjeta. El señor lo hizo y me acabó, además, llevando a la estación. Allí me esperaba un montón de gente intentando venderme billetes a saber dónde y una señora (la que en realidad vendía los billetes a la entrada de la estación) que no hablaba inglés. ¡Bien! ¿Cómo puede ser esto? Me preguntaba... Yo pensaba...yo pensaba... que Vietnam estaría más preparado que Camboya, y más bien ¡parecía lo contrario! Comunicándome con ella quién sabe cómo llegué a la conclusión de que los autobuses a Can Tho no comenzaban hasta bien entrada la noche (a eso de 2 y 3 de la madrugada) y que la otra opción era un autobús directo a Ho Chi Min, lo que tampoco me gustaba nada. Mientras vagaba de un lado a otro de la estación de autobús sin saber que decisión tomar escuché unos gritos que me llamaban. Parece ser que, al final, había un autobús que me llevaba a Can Tho. Allí, las dos chicas españolas que había conocido en el autobús anterior proveniente de Camboya me sonreían simpáticamente. Todo apuntaba a que, al final, continuaríamos juntas nuestra aventura.
Contrariamente a lo que pensé en un principio, no comprar el billete completo desde la estación de autobús no me ahorró demasiado dinero (más el suplicio de 'pelearme' con todo el mundo), pero, finalmente y afortunadamente, ya estaba de camino a Can Tho, y, además, con buena compañía. Lo que no sabíamos, todavía, es que ese autobús nos daría un rodeo enorme hasta llegar a Can Tho, que cambiaríamos de autobús, que la mayor parte del viaje iríamos más personas que asientos y que las velocidades serían infernales. Bienvenidas a Vietnam.
Y algo curioso pasó durante tanta hora de autobús. Algo de lo que no había sido consciente, o me había acostumbrado tras tres meses en Asia. Ahora, en Vietnam, ¡podía leer! Vale, de primeras no entendía nada... Pero con algo de tiempo y observación ¡se podían deducir muchas cosas! Atrás quedaban las incomprensibles caligrafías tailandesas, laosianas y jemeres. Al fin, si me escribían algo ¡podía leerlo! ¡y buscarlo!
Por supuesto, eso no hizo más sencillo mis primeros devaneos por el delta del Mekong, una zona todavía algo inexplorada, pero, sin duda, algo es algo.
Ya de noche y cansadas llegamos a Can Tho, la ciudad de las luces y el ruido de la que, creímos, querríamos huir lo antes posible. Pero nos equivocamos...
Con mi esposo nos fuimos bastante desilucionados de vietnam...la gente nos parecio bastante mal educada y ruda en general y como decis nos peleabamos mucho por sus formas descorteses....pero tambien tuvo su encanto...
HOLA! Es verdad que los vietnamitas son un poco más ariscos que el resto de asiáticos... pero en el fondo son muy majos y les gusta mucho bromear! Una pena que os desilusionaseis un poquito con el país... porque es precioso!