Una palabra se repetiría una y otra vez en mi cabeza desde el momento en el pisé la estación de Shanghai: contrastes.
Porque quizás no fuese Shanghai la ciudad más bonita, más impactante, más histórica ni más moderna (aunque de esto último tuviese mucho…) que haya visitado jamás, pero si es la ciudad más multifacética.
Encontré en Shanghai una ciudad interesante, viva y completa donde no me resultó demasiado complicado imaginarme pasando un tiempo de mi vida. Shanghai tenía ese nosequé europeo, y al mismo tiempo tan chino que, por primera vez desde que llegué a China, hizo que me sintiese un poquito más en casa. Y fue precisamente ese sentimiento, esa mezcla entre oriente y occidente, esa combinación de tradición y modernidad, riqueza y pobreza, esa belleza de tanto contraste, lo que me atrapó de Shanghai.
El frío fue transladado a un segundo plano al poner el primer pie en el paseo del Bund. Y es que, pasear por el Bund, incluso con los miles de turistas incluídos, me dejó sin palabras. A mi derecha, grandes edificios señoriales, más típicos de un país europeo que del gigante asiático, se imponían elegantes con su color claro y sus bajos repletos de tiendas de alto standing. A la izquierda, tras el río Huangpu, el futurista Skyline del barrio el Pudong atrapaba tu mirada y te dejaba sin palabras. Recordaba entonces el sobrevalorado Skyline de Hong Kong, el cual tenía mucho que envidiar al famoso Pudong. Y sin duda, no era el propio paseo del Bund, ni siquiera el Pudong aquello que nos sobrecogía. Lo más impactante, sin duda, era aquel enfrentamiento, aquel contraste, aquella unión de ambas instantáneas.
Shanghai es, probablemente la ciudad más moderna y cosmopolita de China. El barrio del Pudong, la Concesión francesa, People's Square...Modernidad que también es palpable en su gente; más moderna, más urbanita, más abierta, más occidental. Y es que en concesión Francesa te sentirás andando por calles de Berlín. Un pequeño rincón, unas pocas calles cruzadas repletas de restaurantes y donde disfrutar de pequeñas tiendas, probablemente las más modernas y artísiticas del país.
Contrastando a pocas calles de distancia con la Old City, que tal como indica su nombre, representa las calles del antiguo Shanghai, donde es fácil encontrar pequeños mercados con animales vivos; desde gallinas*, pescado hasta tortugas.
Shanghai, un pequeño oasis dentro de la gran China: un lugar donde poder quedarse.
* Apenas tres días después de abandonar Shanghai saltó la alarma de gripe aviar, que tuvo su origen en los mercados de Shanghai... Afortunadamente, nosotras volvimos ¡sanas y salvas!
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me gusta leerte ufff que momentazos
Ufff... qué lejos suena eso!