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Banda Aceh y la ley Sharía

En el último post os conté una historia sobre el tsunami de Banda Aceh. Hoy os hablo de Banda Aceh y la ley Sharía, una ley que conocí en primera persona y que me dejó a cuadros durante varios días. Una pequeña muestra de una dura realidad actual que viven las mujeres en esta región de Indonesia.

¡Ah! Un aviso: que la gente que me quiere bien...no la lea. Todavía hoy, cuando la cuento, se me ponen los pelos de punta. Avisado queda. 

Banda Aceh fue la primera ciudad que visité de Indonesia. Llevaba ya cinco meses viajando por el Sudeste Asiático y, sin duda, fue una ciudad que me dejó sin aliento. Sumatra se me presentó de golpe, sin estar yo preparada, y, tan tras sólo una hora que duraba el vuelo, ya salía con dos números de teléfono a los que llamar en el caso de necesitar ayuda en Banda Aceh. Todavía no sabía que ese tipo de hospitalidad sería una constante durante mi viaje por Indonesia. Como os contaba en el post anterior, Banda Aceh es casi totalmente musulmana, es una región especial y se caracteriza por tener implantada la ley Sharía, también llamada ley de Dios. Pero en ese momento poco sabía yo de esta ley, de sus características y de lo que me conllevaría a mí durante mi estancia en Banda Aceh.

Mis primeros pasos por Banda Aceh, y visto que todas las mujeres iban muy tapadas y yo era la única occidental, los caminé con un pañuelo que tapaba mis hombros, mis dos mochilas y mi guía Lonely Planet. A mi sorpresa, yo parecía la única turista de Banda Aceh en mucho tiempo, todo el mundo parecía tener algo que decirme, ganas de mirarme fijamente o pitar con su coche cuando pasaban a mi lado. Admito que fue un paseo incómodo, caluroso y donde, por si fuese poca la incomodidad, comenzó a llover. Nada tenía que ver esta nueva ciudad, y este nuevo país, con el resto de países del sudeste asiático donde había estado los meses anteriores. Curiosamente aquí, sí que parecía que ser una mujer viajera era algo diferente a ser un hombre viajero.

Minarete mezquita Banda Aceh

Entrada a la mezquita de Banda Aceh donde especifica el código de vestimenta

Tras pasar unos minutos bajo un arco frente a la preciosa mezquita acompañada por unos hombres que se reían hablándome de Torres y tomándose fotos conmigo, cuando la lluvia amainó un poco, decidí mover hacia otro lado. Caminando, saludando y probando frutas que me ofrecían, llegué hasta un pequeño mercado cubierto donde cuatro chicas trabajaban en una pequeña tienda de cosméticos. Mi llegada revolucionó el pequeño mostrador donde las cuatro apenas cabían. Querían saberlo todo de mí, hablar conmigo, y yo, como hasta las 8 de la tarde no había quedado con mi amiga de couchsurfing y afuera todavía llovía, tenía todo el tiempo del mundo.

Llevábamos más de media hora cuando una de ellas me ofreció, me pidió casi, que fuese a dormir a su casa. No acepté dormir porque había quedado con la chica de couchsurfing pero acepté una visita a su casa ¡todavía quedaban tres horas hasta las 8! Estaba sorprendida. Era la primera vez en mi viaje que hacía algo así. Había hecho couchsurfing, pero eso era algo diferente.

Y allí estaba yo, en una casa indonesia, en un salón sin sofás, ni mesa, ni sillas, cenando a pie de suelo con tres indonesias una cena que había sido cocinada en un hornillo y duchándome en una ducha sin ducha, a base de cazos de agua fría. Llamamos a mi amiga couchsurfer, pero nos malentendimos. Ella no quería decirles a mis nuevas compañeras su dirección, se fiaba más de un conductor de moto, pero tampoco quería venir a recogerme al barrio en el que yo estaba con ellas ¿Es que no confiaba en mis nuevas compañeras de aventuras? ¿En qué barrio estaba que la couchsurfer no quería venir a buscarme hasta allí?

Casa en Banda Aceh, Indonesia

Finalmente, decidimos que me quedaría a dormir con mis nuevas amigas. Todo parecía más sencillo así. Admito que tenía mis dudas, acentuadas por sus preguntas sobre cada una de las cosas de valor que sacaba de mi mochila ¿Cuánto vale? ¿Cuánto cuesta? ¿Es un Ipad? Mi mente occidental me hacía desconfiar con cada pregunta y me ocupaba en aclarar que, lamentablemente, todo lo que llevaba conmigo era de poco valor. Mucho para mí, por supuesto, que me sacaba del apuro, pero nada era de una buena marca ni de una gran categoría.

Amablemente me dejaron una habitación donde dormiría yo sola y, ya en soledad, me arrepentí por haber sido tan desconfiada de gente que simplemente me abrió su casa y me ofreció todo lo que tenian.

Pero eran las dos de la mañana, todo estaba oscuro y alguien se movía en mi habitación. ¡Ya está! Ha llegado el momento en el que me desvalijan. En el que me roban todo....

Cuando me reincorporé sobre mí misma, dejando claro que estaba despierta, vi a una de las chicas que se movía a oscuras por la habitación. Algo alterada me dijo que saliese de la habitación porque teníamos que irnos. A pesar de estar dormida fui rápida y me coloqué mi riñonera que va debajo de la camiseta (y donde llevo todo lo imprescindible: tarjetas, pasaporte y dinero en metálico) y agarré mi mochilita pequeña donde llevaba la tablet, la cámara de fotos y la carterita pequeña. Al salir de la habitación vi algo que me dejó a cuadros: tres hombres me miraban uno desde cada punta de la habitación. Y admito que, así, diciéndolo mal y pronto ¡me cagué!

Seguí a la chica con la que había pasado la tarde anterior, quien me indicó que saliese fuera de casa y me montase en la moto con ella y la otra chica con la que convivía. A pesar de no entender nada me pareció la mejor opción. Atrás dejaba a los tres hombres que, seguramente, en ese momento se avalanzaban sobre mis pertenencias sobrantes.

El poco inglés que hablaban mis amigas se volvió de pronto insoportable. Mis preguntas se fueron convirtiendo (casi) en gritos, que, por supuesto, no obtenían respuestas. En el momento en el que nos plantábamos frente una casa a las dos de la mañana, me planté yo también. Estaba asustada, cabreada y quería saber qué pasaba.

"Piensan que eres un chico"

Mi cabreo, mi miedo y mi empanada de las dos de la mañana pareció disminuir. Ahora empezaba a entender algo de todo aquel lío. Tras esa puerta no había nadie o, como era lo más lógico, quien allí estaba seguro que dormía todavía. Tras unos minutos esperando en la oscuridad y la incertidumbre decidieron que era hora de volver a casa.

Sus palabras resonaban en mi cabeza. Ahora entendía todo. Por eso los nervios de las chicas, por eso las horas, por eso los hombres. Mi mente occidental no me dejaba entender, pero mi rodaje oriental empezaba a aclararlo todo. Alguien me vio, o creyó verme, entrar de noche a casa de las dos chicas, quizás entré con casco, no lo sé, no me acuerdo. Y entonces creyeron que, claro, aquellas dos chicas estaban saltándose la ley, ¡estaban alojando a un chico!

 

Volvimos a su casa. Mi mochila permanecía intacta. Los hombres también. Ahora parecían más simpáticos, ahora sonreían. Y tenían ganas de hablar. Les interesaba saber ahora de dónde era, si estaba bien y, tras las dos preguntas de cortesía, me "mandaron" a dormir. Pensaba que la adrenalina, los nervios y el miedo me impedirían dormir y, sin embargo, tras apenas 3 minutos ya volvía a dormir en el interior de mi saco.

A la mañana siguiente, desperté en la misma casa en la que me dormí. Dentro de mi saco y creyendo que esto, como en los Serrano, tan sólo había sido un sueño de Resines. Ninguna de las dos chicas hablaba al respecto y mi teoría comenzaba a tomar forma. Finalmente, y oponiéndome a quedarme con semejante duda, pregunté. Sólo había comenzado a preguntar cuando las chicas, todavía nerviosas, comenzaron a disculparse.

Y allí, frente a mí, se abrió la realidad de Banda Aceh y la ley Sharía. Los vecinos, totalmente entrometidos en la vida de las chicas, habían "denunciado" la presencia de "un chico" en su casa a esas horas de la noche. Antes de llamar a nadie fueron directamente a la casa a comprobar su teoría y las chicas, asustadas por las posibles represalias (que más tarde investigaría que pueden ir desde latigazos hasta incluso la lapidación), no dudaron ni un segundo en querer demostrar que no hacían nada malo llevándome así frente al "responsable" de controlar estos asuntos.

Comprendí entonces, aunque sólo en parte, la dureza de ser una mujer en Banda Aceh: todo el día pendiente de cubrirte con un velo, de no enseñar un milímetro de piel más de la cuenta (cara, manos y pies) y de no andar "provocando", aunque sea éste un concepto que, como mujer joven occidental, no termine de entender. Una ciudad donde, por el hecho de ser mujer, tus vecinos tienen libertad absoluta para aparecer a las dos de la mañana, entrar hasta el interior de tu casa y reprocharte con quién duermes, aunque quien duerma sea una chica y esté en la habitación contigua. Una región donde pasear a solas con un chico con el que no estás casada puede conllevarte un gran castigo. Donde el adulterio está castigado con pena de muerte. Una región donde actualmente se está llevando a cabo la prohibición de la homosexualidad.

mezquita de Banda Aceh

Mezquita de Banda Aceh

Comprendí entonces porqué una de las chicas llevaba el pelo cortito, simulando un chico (lo que provocó que durante varias horas me preguntara internamente por su sexo). Y es que, de esta forma, y puesto en sus labios, la dejaban en paz. Ella vestía como un chico, actuaba como un chico y ya no resultaba atractiva. La dejaban en paz y podía por fin llevar pantalones cortos, olvidarse del velo, y dejar de trabajar tan duro en no provocar.

Mujeres en Banda Aceh

Mis amigas de Banda Aceh. A la izquierda, la chica con el look masculino

Y todavía ahora, sigo sorprendida de haber vivido lo que viví, descubrir lo que descubrí y cómo lo descubrí. Y me encuentro escribiendo esto por la historia, por la experiencia, pero sobre todo por difundir una realidad actual en la que viven algunas mujeres. Sólo me queda afirmar que conforme leo más y más, conozco más y más, y vivo más y más, voy comprendiendo la suerte que tuve de, como mujer, nacer donde nací.

entrar en la mezquita de Banda Aceh

Con un pañuelo en la mezquita de Banda Aceh

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2017-07-07T10:59:10+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

19 Comments

  1. Anónimo at 21:33 - Reply

    Neque lugere neque indignari, sed intelligere....desde la ironía

    • Patricia at 16:25 - Reply

      Admito que he tenido que Googlear un poco, no estaba muy al tanto de Spinoza 🙂 Imagino que eso es fácil de decir cuando vives en buenas condiciones. Acepto tu ironía! Jeje un abrazo!

  2. Pablo at 09:19 - Reply

    Hola! Me gusta mucho tu blog y sobre todo tu decisión de viajar y conocer mundo. Estoy planeando viaje a Sumatra para Julio y tengo una duda, como conseguiste llegar y cuanto tardas desde Banda Aceh a Ketambe?
    Gracias de antemano y saludos!

  3. Anónimo at 02:43 - Reply

    Graciasssss por contar tu viaje,abrazo y buena onda(Argentina)

  4. […] ¿Dónde dormir en Banda Aceh? Los hostales en Banda Aceh son caros y malos. Como un día es suficiente para visitar la ciudad, recomiendo tomar un autobús nocturno al siguiente destino, Ketambe. ¿Quieres saber sobre mi experiencia durmiendo en Banda Aceh? […]

  5. […] ¿Un extra? Una camiseta ligera y transpirable de tres cuartos si vas a visitar países musulmanes. Puede ser algo así como de lino. Allí te sentirás incomoda vistiendo de tirantes y no es tan fácil encontrar algo de ropa intermedia. ¿Has leído mi experiencia en Banda Aceh,  Indonesia? […]

  6. […] Indonesia, la región de Banda Aceh, conocida por su ley Sharia; donde me sacaron de la casa donde dormía en mitad de la noche acusándome de ser un hombre (raro ¿verdad? lee más aquí) […]

  7. […] y nuestra piel blanca resultan de lo más atractivas para ellos! Y si hablas un poco con ellos ¡lo más probable es que acabes siendo invitado a dormir en su casa! Una gran experiencia que […]

  8. […] y nuestra piel blanca resultan de lo más atractivas para ellos! Y si hablas un poco con ellos ¡lo más probable es que acabes siendo invitado a dormir en su casa! Una gran experiencia que […]

  9. Valeria at 12:02 - Reply

    Que susto! He llegado a este blog porque este verano viajaremos con mi novio a Sumatra...
    Por lo que leo haremos un itinerario parecido a lo que has hecho: Berastagi, Danau Toba, Ketambe, Takengon, Pulau Weh y Banda Aceh.
    Tienes algún consejo de alojamiento en estos sitios? Has estado en Takengon? Encuentro poca información y al parecer en Agosto hay una fiesta local justo cuando estaremos allí y me preocupa no encontrar sitio para dormir...
    Un saludo!

    • prisxd at 18:15 - Reply

      Hola Valeria!
      En Takengon no estuve... así que no te puedo decir nada. La verdad es que depende del presupuesto que lleves, yo me guié con la Lonely planet para mochileros del sudeste asiático y va muy bien! En general no encontraréis problemas para dormir en ningún lado 🙂 Sí que recuerdo que el alojamiento en Banda Aceh era caro... por lo que hice lo que acabas de leer... 😀

  10. […] Indonesia, la región de Banda Aceh, conocida por su ley Sharia; donde me sacaron de la casa donde dormía en mitad de la noche acusándome de ser un hombre (raro ¿verdad? lee más aquí) […]

  11. Anónimo at 04:13 - Reply

    Wo encontre por casualidad tu blog y me encanto, yo tambien quiero viajar por el mundo, me fasino tus relatos. besos de argentina.

  12. Borja at 00:48 - Reply

    Hola!

    Estaba buscando información sobre Sumatra cuando he encontrado tu blog. Pensaba viajar este verano con mi novia allí, pero tal y como se está poniendo el tema, la verdad es que me lo estoy pensando mucho, más aún después de leer tu post.

    Hace dos años pasé 34 días en Tailandia con tres amigos y ni el más mínimo problema, no había sharia por ninguna parte. Pero al tener 22 y 19 (yo y ella respectivamente) y obviamente no estar casados, no se si es el mejor destino, queriendo pasar parte del viaje en la provincia de Aceh (para llegar a Pulau Weh.

    Que me recomendarías? Agradecería enormemente si pudieras enviarme un mensaje de correo electrónico a briverolaerrando@gmail.com (espero que nadie lo spamee jajaja)

    Muchas gracias de antemano y mucha envidia sana por tu viaje!!

    • prisxd at 14:28 - Reply

      Hola Borja! Bienvenido al blog 🙂

      Entiendo lo que dices, y es verdad que Banda Aceh quizás no es el lugar más libre, pero no quiero que te quites de la cabeza viajar a Sumatra! Y es que creo que de mi viaje de 7 meses por el sudeste fue mi destino favorito.

      Banda Aceh es hospitalaria, bonita (para ser una ciudad indonesia) y muy diferente, donde se respira, todavía, la historia del tsunami (en pocos lugares podrás ver un barco sobre un tejado o un buque de carga a 5km del mar en medio de la ciudad). Pulau Weh es una isla donde hacer snorkel o submarinismo a precios muy bajos, y tiene un encanto y una tranquilidad muy particular de todavía no haber sido muy transitada por el turismo occidental. Sumatra tiene además uno de los pocos lugares donde ver orangutanes (yo fui a Ketambe, donde todavía están en total libertad), el lago Toba (un cráter de un volcán transformado naturalmente en lago) que ofrece paisajes y personas encantadoras, y ciudades como Berastagi donde puedes ascender a alguno de sus volcanes.

      Es cierto que Sumatra no es el lugar más habituado al turismo (pero en ello también reside su encanto), por lo que si buscas algo más "parecido" a Tailandia te recomendaría Bali (que ofrece mucho más que playas; como templos, volcanes y personas maravillosas) y, no muy lejos de Bali, podrías disfrutar del este de Java (con el volcán Bromo, la meseta de Dieng, la meseta de Ijen o Borobudur). Un viaje suficiente, y que no te decepcionaría, para unos 15 días. Sin duda en mi top 3 del viaje 🙂

      Espero que te sirva de ayuda, cualquier duda o comentario no dudes en preguntar 🙂

  13. anike at 12:46 - Reply

    Conocí tu blog de casualidad, me pareció interesante lo que publicabas y me suscribí, se me han puesto los pelos de punta! qué miedo! es normal reaccionar así en situaciones de alerta como esas en las que no sabes lo que pasa y como occidentales que somos siempre pensamos mal, nunca se me hubiera ocurrido pensar lo que relatas, que se pensaron que eras un hombre y por eso subieron, pero joder que unos vecinos o cualquier persona tenga la postestad de entrar en tu casa a vigilarte? U_U es una realidad muy triste pero necesaria de conocer. Muchas gracias por compartir tus experiencias, con muchas ganas de leer lo próximo!

    Me llama mucho la atención lo de la chica con el pelo corto, tiene que ser difícil para ella vivir allí 🙁

  14. Que miedo ! pobrecitas...

  15. Raquel at 15:54 - Reply

    vaya susto....chica!!!!!!!!!

  16. Fidel at 15:45 - Reply

    P'a mear y no echar ni gota (que se dice en nuestra tierra).

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