Paseo por las calles de Berlín y mi cara sonríe. Casi automáticamente. Inexorablemente. Sin una razón aparente. La gente camina deprisa, metida en su mundo, nadie sonríe, y los turistas, algo perdidos, vagan en grupos. A pesar de que hoy empieza la primavera, el frío me golpea en la cara, un frío que hace que mis manos se entumezcan mientras agarro la cámara de fotos.
Berlín es arte, callejero, underground y de alto standing. Todo junto. Pero sin mezclarlo. Un bloque de pisos recién construidos linda con una casa okupa semidestrozada ya desalojada. Los callejones se convierten en galerías de arte donde cualquiera puede exponer su obra y un callejón más allá, esas mismas calles, se convierten en tiendas de lujo sólo asequibles para los bolsillos más pudientes.
Y quizás sea ese ritmo, ese arte y esa libertad que se respira la que hace que mi mente vaya deprisa, salte de un lado a otro sin acordarse de agarrarse por fin a una rama. La creatividad de Berlín me impulsa a estirar una pequeña idea e imaginar proyectos, mientras su velocidad me recuerda que, quizás, no tengo tiempo para todas.
Y es que Berlín está tan de moda que aquellos que un día lo amaron empiezan ya a echarlo de menos. Y recuerdan nostálgicos aquel Berlín del que un día se enamoraron, y del que queda tan poco. Ese Berlín en peligro de extinción.
[…] quien dice que Berlín está en peligro de extinción, que hay tantos Berlín como personas que la habitan y tantos restaurantes y bares como gustos […]
[…] quien dice que Berlín está en peligro de extinción, que hay tantos Berlín como personas que la habitan y tantos restaurantes y bares como gustos […]
Hola ¿Me recuerdas? El costarricense que viajó en enero a Alemania, por cierto, gracias por tus valiosos consejos, mi viaje fue todo un éxito y te cuento que ya estoy planeando el próximo… En cuanto a esta entrada del Blog, te digo que originalmente no tenía planeado ir a Berlin, pero gracias a Dios pude tener tan maravillosa oportunidad, me encantó desde el primer momento, por obvias razones no pude conocer toda la ciudad, aún así lo que vi fue suficiente como para terminar amando aquella ciudad que durante muchos años había visto en libros y televisión, es un lugar mágico, artístico como bien lo comentas en el texto, me gustó caminar por sus calles, "respirar" el ambiente de una ciudad histórica, entre lo nuevo y lo viejo. Ojalá que las nuevas generaciones comprendan que destruir los vestigios de una época históricamente difícil no hace más que olvidar aquello que no se debe repetir, sería mejor instruir a los jóvenes sobre lo que ahí sucedió y apreciar los avances que ha tenido Alemania desde entonces. En resumen, no quería irme de ahí… "Ich liebe Berlin" Saludos desde Costa Rica