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Comer de menú en Hong Kong (y acabar pidiendo esponja para comer...)

En un intento de mezclarnos con los locales y probar la auténtica comida de Hong Kong entramos en lo que creímos un lugar especial donde comer. Y fue tan especial que, sin quererlo, acabamos por comer de menú en Hong Kong. Como podéis imaginar, un menú hongkonés no funciona exactamente igual que uno español...

Siguiendo la Lonely Planet, y sin estar muy seguras de haber llegado al destino correcto, entramos en un restaurante.

Si la Lonely Planet había estado allí, no lo parecía.

Al entrar, todos nos miraban sorprendidos. Allí, por donde parecía que no pasaba un turista en años, nosotras éramos las chinas. Nosotras, las ojos redondos, cruzamos el restaurante intentando simular convicción. Pero la verdad era que sólo lo intentábamos porque no lo conseguimos.

Era nuestro segundo día en China y todavía no estábamos acostumbradas a ser las más sorprendidas del lugar. Tomamos asiento y esperamos.

Esperamos.

Tras los cinco minutos de cortesía, llamamos al camarero, quien en un perfecto chino contestó algo que, por supuesto, no entendimos.

Trajo el té, dos platitos, dos cucharitas, unos palillos y un bol pequeño de agua caliente, donde sonriendo introdujo todos "los cubiertos" a modo de limpieza. Tras un par de segundos en el agua, los palillos y la cuchara ya estaban limpios y listos para usar.

Desinfección en estado puro, vamos.

Palillos y té chino en un restaurante de Hong Kong

El mismo señor que había preparado la mesa nos entregó dos papelitos rojos y blancos que bien podían ser un cartón de bingo. Y bueno, no ibamos desencaminadas, porque si eso era la carta, estaba claro que la elección iba a ser una lotería.

Comer de menú en Hong KongIntentamos traducir algo del papel con Pleco, una aplicación para el móvil bastante útil para aquellos con conocimientos de chino limitados, pero era imposible. La aplicación, lamentablemente, no hace milagros. Así que esperamos.

Allí no se acercaba nadie a tomarnos nota. Ni siquiera nos miraban. De haberlo hecho quizás hubiesen visto nuestras caras de descolocadas y nos hubiesen dicho algo. Pero no. Esperamos. Como ya había pasado un buen rato y allí nadie nos decía nada, llamamos al camarero y le pedimos una carta en inglés. Ahora todo era más fácil: Tomaríamos una predecible Noodle Soup (sopa de fideos) y unas costillas de cerdo al estilo de la casa.

Y llegó nuestra comida. Un enorme y humeante bol de sopa de fideos con muy buena pinta y unas costillas de aspecto rojizo que parecían muy comestibles. Oye, ¡nos había ido bastante bien!

Una mirada más precisa en la sopa nos hizo preguntarnos cosas. Esos champiñones ¿no son muy grandes? Y estas setas ¿son setas? Nos miramos cómplices y dudamos.

Noodel soup en Hong KongDecidido, para ser justas, cada una probaría una cosa. A mí, que soy más de champiñones, me tocaron las setas. Resultó que las setas que no eran setas, si no callos. ¿Los champiñones? Ricos riñones.

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Pasado el mal trago, y nunca mejor dicho, atacamos a la carne. Sin embargo, la carne, que era el plato arriesgado, estaba muy rica.

Pero la comida no acabo ahí ¿por qué dices comer de menú en Hong Kong? ¿eh?

Salió entonces de la cocina una señora con un carrito lleno de platos humeantes. Cuatro o cinco personas de diferentes mesas se levantaron hacia ella y tras echar unos vistazos cogían un plato. La señora, gritaba y mostraba platos como si fuese un mercadillo. En mi cabeza imaginé que la señora decía algo así: ¡Ay, que me lo quitan de las manos!

Nosotras, que todavía estábamos bastante atareadas luchando con los palillos y las costillas (por que sí, comer una costilla de cerdo con palillos sin resultar maleducado es bastante complicado) y que todo eso nos pillaba de nuevas permanecimos sentadas.

Señora del menú en Hong Kong

Pero la señora volvió a salir, y esta vez no podía aguantar la tentación. En la bandeja, en uno de los platos se percibía algo muy esponjoso. Tanto que no me pude resistir. Tomamos uno y la señora, a gritos, me señaló nuestro cartón de bingo. Se lo acerqué, y al lado de una de las letras hizo una marca en el número uno.

Ahora, todo tenía más sentido. Nosotras, pudiendo comer de menú en Hong Kong estábamos comiendo a la carta.

Tras el momento de lucidez volvimos la mirada a nuestra esponja. Con cierto miedo, y mucha curiosidad, tomamos un pellizquito de esponja con nuestros palillos y la probamos.

¡Estaba rica! Muy rica.

La esponja no era otra cosa que un bizcocho muy hinchado. Según nos contaron después, tienen esa apariencia porque los cocinan al vapor y no en un horno tradicional.

Con esta excursión al restaurante, aprendimos que los cartones de bingo son hojas de un menú donde te apuntan el número y el tipo de platos que coges para después sacar la cuenta y cobrarte. Por supuesto, descubrir qué está escrito ahí es todo un misterio, pero tienes la gran ventaja de que puedes acercarte a la señora y observarlo ¡así de fácil!

Ya con el postre en el estómago, continuamos con nuestra visita.

2016-01-17T19:13:46+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

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