Dice el refranero español que el miedo es libre, y no puedo evitarlo, hace días que pienso sobre ello. La frase y el miedo deambulan por mi cabeza, sin barreras ni fronteras, haciéndome preguntas que no se responden, riéndose, bloqueándome y agitando mis adentros.
Pienso que el miedo es libre, pero lo es él, como ente, como sujeto, me repito, pues no es libre el que lo tiene. Reflexiono. Me parece curioso cómo algo tan abstracto, irreal e intangible se convierte en algo tan palpable, feroz y delimitante con un pequeño giro inesperado de la mente. Y cómo incomprensiblemente nos bloquea, nos aqueja y nos moldea. El miedo no se ve pero se siente, te agobia, te remueve y, si lo dejas, termina por vencerte.

No es mi intención escribir un ensayo sobre el miedo teniendo películas maravillosas sobre ello (¿todavía hay alguien que no ha visto la infravalorada El bosque?), sin embargo, no puedo evitarlo en estos días raros. Es aceptable estar asustada, todo el mundo tiene miedo. ¿No piensas volver? Cuídate. Mira vuelos y vuélvete. Y si llega a África ¿qué? ¿No tienes miedo?

Pensaba en la libertad del miedo mientras avanzábamos a velocidad vertiginosa por las montañas tanzanas de Usambara en autobús. La caída a nuestra izquierda en cada curva, el frenazo previo y la aceleración posterior. El movimiento de tripas interno, el click en la mente. El bloqueo. Podrías morir aquí, así, me repite el miedo. También podría picarme un mosquito y contraer malaria. También dengue. Le replico. Podría hundirse el ferry que me traslada de orilla a orilla del río o comerme un león mientras acampo en las puertas del Serengeti.


Viajar es eso, me digo, aceptar los riesgos. Sentirte más viva que siempre a pesar de saberte más mortal que nunca.
Vuelve a mi mente entonces el accidente de coche que tuve a 20 kilómetros de casa. Podría haber muerto allí, y así, un martes cualquiera, sin temerlo ni esperarlo, como la última lección que me dejó aquel buen amigo que me enseñó, también, a hacer factores de conversión. Es curioso como nadie teme a lo diario.

¿Por qué tenemos miedo? Es el instinto de supervivencia, la diferencia que puede haber entre estar vivas o muertas. Sin embargo, no podemos, no debemos, ceder ante ellos. ¿Se puede tener miedo al miedo? Tenemos que vivir, atentas, siendo conscientes de que el miedo es sólo el resultado hipotético de la estadística más pesimista y actuar en consecuencia a ello. Siempre hemos salido de todo, también saldremos de ésta y será necesario salir con o sin miedo.
Dice el refranero español que el miedo es libre y sin embargo, yo, a más pienso en él más presa me siento. Y no quiero. Yo quiero morir viviendo. Libre, como el viento.

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Madre. Qué bonito e inspirador. Te parecerá poco!?! 🙂
Gracias por compartir que es posible ser más libre. Por las mujeres
Hola Patricia, gracias por compartir tu reflexión sobre el miedo en un momento como este. me hace pensar que tiene mucho en común con el virus que nos tiene confinados: No se ve pero tiene la capacidad de bloquearnos. Me quedo con muchas de tus frases, especialmente esa en la que dices " el miedo es sólo el resultado hipotético de la estadística más pesimista". Un abrazo.
Gracias a ti por continuar leyendo. La idea que tuve con este artículo fue exactamente esa. Yo estaba muy lejos, en ese momento, de la situación de Covid pero aún así sentía una parte de cómo se estaba viviendo en España y como yo, por mi parte, la estaba viviendo (y cómo la viví después.)
Te mando un abrazo!
Abrazos bonita, me das ánimo, toca ser valientes: que la muerte nos alcance riendo...
Me alegro. Esa era totalmente mi intención. Te mando un abrazo enorme!