Cadaqués me sorprendió. Pero, sin duda, todavía tenía más que ofrecer. A pesar de haber quedado sorprendidos con la fachada, sus calas y su ambiente (calmado pero al mismo tiempo animado) quisimos adentrarnos un poco más, investigar la zona o, mejor dicho, perdernos en ella. Y así fue como sucedió todo. Así es como conocimos l'Illa de Port Lligat. Y fue así como lo conocimos a él: conocimos a Don Juan de Cadaqués, el barquero.
Os pongo un poco en situación. Tras buscar durante un ratito con el coche, encontramos al fin una cala a nuestro gusto. ¿El problema? La calita elegida estaba en una isla frente a nosotros.
Somos de Navarra pero sabemos cuál es una buena playa...
Pero el problema no parecía grave ya que, a pesar de no ver yates ni barcas atracadas en la isla, podíamos ver personas caminando por "nuestra" isla.
Al descender hasta la playa pudimos ver un cartel que anunciaba la existencia de un barquero, subvencionado por la diputación de Girona, que recorría el camino con su barca una y otra vez. En esta ocasión, y al contrario que en la canción, ni las niñas bonitas se libraban y también ellas tenían que pagar el euro y medio del billete.
Una pareja, que esperaba con su hija a nuestro lado, nos puso en aviso:
Este Don Juan de Cadaqués, así se hace llamar, es todo un personaje.
En menos de diez minutos el Don Juan de Cadaqués había llegado hasta nosotros montado en una barca que arrastraba una más pequeña. Llegó acelerado y apenas era posible comprenderle. Frases largas, a gran velocidad, y sin mucho orden salían de su boca. El dinero por delante, las mochilas al "maletero" y, por favor, haced contrapeso. Máximo ocho personas, "aunque si son tres más no pasa nada"; decía mientras la barca se hundía hasta su máximo e introducía a tres personas más.
destino la Empordà
A partir de aquí todo fue un poco surrealista. Verme allí, en una pequeña barca azul junto a 11 personas más tratando de cruzar hasta una pequeña isla al puro estilo de Lost. ¡Hasta teníamos un perro!
Al final, y después de unos diez minutos que parecían interminables, llegamos al otro lado de la orilla. Por supuesto las calas, la tranquilidad y las vistas desde la isla, hizo que la aventura con Don Juan de Cadaqués, el barquero, mereciese la pena.
De parte de Don Juan de Cadaques: el precio ha cambiado y la vida sale más cara, ahora cuesta 2 euros por persona, y 5 euros por familia. A la hora de comer cierra y hasta que no pasa el del mojito no vuelve a abrir.
Yo he venido cada año y Juanito es encantador, muy gracioso y charlatan. Recomiendo venir, buen trato y muy buenas vistas.