Con las maletas aún por deshacer, y con el cansancio de quien todavía no ha dormido en su casa, quiero hablaros de Oporto. No por su gran belleza o su gran calidad de vida, que, sin duda, en mis listas mentales de ciudades que elegiría para vivir y de las que no, ocupa un hueco en esta segunda. Quiero hablaros de cómo pasé un día en Oporto, una ciudad curiosa, muy diferente, quizás, del Oporto que yo imaginaba.
Al querer definirlo, son las cuestas lo primero que me viene a la cabeza. Cuestas para arriba, cuestas para abajo. ¡Y empinadas! De esas que cuestan subir cuando uno tiene la tripa llena ( y aquí habla la experiencia). Pero tienen su recompensa. Después de subir, bajar y volver a subir las cuestas, aparece, detrás de una hilera de casas, y sin llamar casi la atención, el tan esperado río Duero.
En la otra orilla del río, Gaia y sus bodegas, rebosantes de vino dulce, esperan ansiosas al turista, a quien ofrecen catas de vinos y visitas guiadas.
Ambos márgenes del río Duero se hallan conectados por un puente, el Ponte Luis I, construido por el discípulo de Eiffel, famoso por su torre. Este puente, de dos alturas, ofrece unas panorámicas más que recomendables para aquel que no sufra de vértigo.
Y para acabar con el turisteo, y quizás porque lo llevo en la sangre, comentar lo curiosos que me parecieron los mercados de esta ciudad.
Fue el mercado do Bolhao el que me habían recomendado, y el cual, con su estilo inglés, se lleva las fotos de los turistas curiosos.
Sin embargo, y sin despreciar el ya citado mercado, me quedo sin duda con el Mercado de São Sebastião. Discreto y más humilde, se halla a la sombra de la catedral de Sé, y es quizás por eso por lo que los propios comerciantes lo llaman así, mercado de Sé.
Allí, el pescado fresco se halla a la vista, tan fresco que todavía parece moverse, las balanzas con sus pesas no han sido reemplazados por pesos electrónicos y los gatos y las gaviotas campan a sus anchas, recordando incluso en algún momento a la película Pájaros, de Hitchcock.
Un día en Oporto no puede pasarse sin comer y no existe nada más contundente, barato y típico que una francesinha. Alejándote de las orillas del río, se encuentran gangas y restaurantes mucho más auténticos, y la francesinha especial (que lleva básicamente todo lo imaginable) te sale por unos 6 euros. Puedo asegurar que después de comerte una, no querrás visualizarte subiendo una cuesta puramente portuense.
Es, en tu lista la segunda ciudad que decidirías vivir, pero, cual es la primera? 😊
Muchas gracias. Cambio realizado:)
Me caguen dios si no hay ni una puta y a cuezta en estA mierda de pueblo
Hola:
Tan sólo una pequeña matización: el puente al que hace referencia -de dos alturas- es el "ponte Luís I", obra de Teófilo Seyrig, discípulo/socio de Gustave Eiffel.
Hola Laura,
como ves, en la parte derecha del blog he "inaugurado" una nueva sección llamada "Buzón". Allí puedes encontrar una dirección de contacto donde poder escribirme.
dejarlotodoeirse.blogspot@gmail.com
Un saludo!
Hola! Alguna vez habia escrito en tu blog, en las publicaciones relacionadas con Berlin i tus meses de au-pair. Me gustaria ponerme en contacto contigo para preguntarte algunas cosas, si pudieras darme alguna forma de poder hablar contigo te lo agradecería muchiiiisimo! Gracias!
muy bueno, las fotos muy chulas.
kat
pues leyendo este reportaje la verdad que apetece ir a ver oporto...curioso lo de los pesos todavia en el 2o12 un beso