La isla de Lantau nos ofrecía la visita al monasterio de Po Lin, donde aguarda el Buda Tian Tian, y la visita al pueblo Tai O, conocido por su carácter pescador. A pesar de suponernos un poquito más de presupuesto, nos decidimos por un recorrido que nos permitía ver la isla de Lantau por tierra, mar y aire.
Si algo caracteriza a Hong Kong son sus islas. Teniendo en cuenta que sólo teníamos dos días planificados en Hong Kong, y uno lo queríamos para visitar la ciudad, teníamos que elegir nuestra isla destino. Así, nos decidimos por la Isla de Lantau. Y decidimos realizar una ruta que nos permitía descubrir la isla de Lantau por tierra, mar y aire.
Para empezar la ruta tomamos el metro hasta la parada de Tung Chung. Desde allí, un teleférico parte hasta la isla de Lantau. En nuestro caso, tuvimos que hacer un poco de cola, aproximadamente durante 45 minutos, cosa a tener en cuenta si se lleva el tiempo justo. El teleférico cuesta 100 HK$, si se elige la opción más económica, ya que también es posible elegir el teleférico de suelo transparente. Una emoción que, en ese momento, no creímos que valía ese dinero y que, además, nos retrasaría unas posiciones en la cola.
Al comenzar el trayecto, mientras Hong Kong se quedaba a nuestros pies, comenzó a llover. Una lluvia y algo de viento que hizo balancear la cabina e incluso detenerla en mitad de la nada. Algo muy divertido que nos aportó el total diario de adrenalina recomendada. A nuestros pies, una senda infinita de pequeñas escaleras guiaba a algún aventurero hasta nuestro destino.
Una vez allí, como protegidos por el gran Buda, salió el sol y se detuvo la lluvia. Apenas 200 metros nos separaban ya del Buda Tian Tian que se divisaba casi diminuto en la distancia.
Bueno, diminuto diminuto no era....
Una vez allí, sólo unas escaleras, interminables, nos separaban de la mayor estatua sedente de bronce del mundo ¡Nada menos que 26 metros de alto!
La llegada hasta allí tenía cierto aire a Eurovisión con tanta banderita
La esvástica es un signo muy recurrente en el budismo, no seáis como yo que me asusté al ver un tío gigante de bronce con eso tatuado...
Tai O es un pueblo pequeñito que presume de tener los únicos delfines rosas del mundo en sus aguas. Como buenos turistas, pagamos 20 HK$ por un mini paseo en barca que nos llevó mar adentro y donde, por supuesto, no pudimos llegar a verlos. Tai O tiene un pequeño mercado de pescado, donde las especialidades parecen ser la sepia, la aleta de tiburón y el pescado secado y salado.
Como nos picaba la curiosidad, y los precios eran asequibles, quisimos probar algo. Una chica muy simpática nos dejó probar unas gambas secas y muy saladas. Para mí fue un gusto muy fuerte, demasiado salado, y que automáticamente me hizo pensar en la necesidad de comprar una botella de agua. Sin embargo, ellos se las comían una tras otra como si fuesen palomitas.
Después de visitar el mercado, decidimos dar una vuelta por el pueblo. El pueblo, apoyado sobre pilotes encima del agua, transmitía una gran sensación de paz y tranquilidad.
Caminamos por sus calles, casi desiertas, y deambulamos sobre los pilotes. Observamos las casas, tan sencillas, y destartaladas, que, sin darnos cuenta, en una ocasión, cruzamos una por su interior.
Sentadas a la orilla, con vistas al río que cruzaba la ciudad, hablamos del mundo, del dinero, de la paz y, sobre todo, de la tranquilidad.
Cuando ya dimos por terminada nuestra visita, desde la única parada de autobús del pueblo, tomamos el autobús número 1 hasta Mui Wo (13 HK$). De allí salía el Ferry hasta Central, que por 21'40 HK$, nos dejó disfrutar de una hora de viaje observando el atardecer por el interior de las islas. A nuestra llegada, ya de noche, el Skyline de Hong Kong nos daba de nuevo la bienvenida a la ciudad.
esta muy entretenido el viaje ...la verdad que cuando se saben las cosas es mucho mas fácil pero asi es mas aventurero y divertido un beso