El sonido del agua, la belleza y la tranquilidad de la naturaleza hacen del monasterio de Piedra una escapada imperdible para quien esté por el norte de España. Una pequeña escapada que realicé durante mi pequeño descanso en tierras navarras.
No me gusta estar demasiado quieta en un lugar, y cuando lo estoy me gusta visitar y empaparme de lugares cercanos. Esos lugares que son perfectos para una escapada de fin de semana y a los que me gusta animaros a ir como las pozas de Arnedillo o las pasarelas del río Vero de Alquézar. Como ya tenía yo ganas de moverme un poco, hace un par de fines de semanas decidí ir a uno de esos lugares que toda navarra ha escuchado o visitado alguna vez, pero que yo no visitaba desde que era muy pequeñita y apenas me acordaba: el monasterio de Piedra.
Después de mi experiencia por Asia, irme sola ya no era un problema, pero en el mismo momento en el que comenté a mi familia la idea de escapada rural de relax que me planteaba para el domingo, ellos se apuntaron al plan de inmediato. A partir de ese momento sólo escucharía buenas palabras hacia el parque y me pusieron las expectativas tan altas que temí que no se cumpliesen. Sin embargo, el monasterio de Piedra las cumplió.
En algo más de dos horitas de coche nos plantamos allí, eso sí, con una parada previa unos pocos kilómetros antes de llegar al parque, porque no pude resistirme a echar esta foto.
Una vez allí, y amenazando a lluvia, dimos una pequeña vuelta por el exterior del monasterio y entramos a su interior. Es curioso, pero mucha gente no entra al interior del monasterio, visitando "solamente" el parque, y merece la pena. El claustro, los pasadizos, la iglesia medio destruida e incluso un pequeño museo del vino hizo prepararnos para lo que vendría después.
Ahora sí, y con una lluvia que nos respetaba, ya estábamos dispuestos a un poquito de senderismo en el parque natural del monasterio de Piedra.
El parque son unos cinco kilómetros de recorrido, totalmente señalizado, y repleto de catarátas donde la siguiente es más bonita que la anterior. Y ahora, mientras escribo, me apena saber que, a pesar de escribirlo, no os llegará el ruido del agua al caer, el olor a hierba y la tranquilidad del parque. El otoño plasmado en el monasterio de piedra, el agua del río saltando de una altura a otra y los marrones que inundaban mis retinas. Mi sorpresa al (re)descubrir un parque que visité años atrás (cuando apenas andaba) y mi ilusión de este nuevo descubrimiento de un lugar que tenía tan cerca.
Y, haciendo caso al refranero español, como una imagen vale más que mil palabras, que así sea entonces, y que no falten imágenes del monasterio de piedra para que juzguéis por vosotros mismos.
[…] todavía dudas en participar, puedes leer aquí lo que escribí tras mi visita al monasterio de Piedra ¡seguro que te entran ganas de […]
Genial!!! Haber si lo podemos visitar.
Si hay suerte en el sorteo
Un lugar increíble que me gustaría visitar algún día! Gracias también por la recomendación de las piscinas naturales de Arnedillo, fuimos allí gracias a tu blog y desde entonces no he dejado de leer tus entradas. Pronto cogeré la mochila o más bien la maleta para pasar un año al otro lado del planeta y realmente son muy útiles tus consejos y vivencias! Gracias por tu blog y a ver si hay suerte y vuelvo a visitar el norte! =))