Que no (me) asimilo. Que no (me) entiendo. Que no tengo tiempo para pensar en mí.
¿Y qué necesitas pensar?
Pues no lo sé. Entender.
Entender qué.
Pues no lo sé.
Hablaba con Juanjo, un chico porteño recién mudado a San Martín de los Andes, mientras comíamos trigo burgol con coles de bruselas y verduras al vapor. Hablábamos de meditación, del yoga y de la búsqueda continua de lo desconocido. De los interrogantes. De cómo el tiempo (me) pasa deprisa. De cómo las cosas (me) pasan deprisa. De como tantos cambios y tantas historias hacen que sienta que no (me) asimilo. Que no (me) entiendo. Como que no (me) aprendo. De la ansiedad que, a veces, me genera. La indecisión. Las dudas. Las preguntas. ¿Por qué viajo? ¿a dónde voy? ¿por qué vine? ¿por qué me voy...?
Son más de cuatro meses viajando, moviéndome mucho, muchos kilómetros, moviéndome a dedo, conociendo mucha gente y escuchando muchas historias. Tantas, que a veces dudo que escuche las mías. ¿Estaré aprendiendo algo de todo esto?
Por tanta pregunta, decidí que necesitaba un descanso. Quería escribir, quería focalizarme en mí y bajar al papel mil pensamientos que me rondaban por la cabeza. Quería comenzar a confiar en mí y empezar a escribir ese libro que, de una forma u otra, ya comienza a dibujarse en mi cabeza. Pensar en mí. Mimarme un poco. Relajarme. Dejar de pensar en hacer la mochila, en salir a la ruta y en dónde será la siguiente parada. Si tendré suerte esta vez con mi conductor o si el pueblo al que vaya será más caro que el anterior.
Quería no hacer nada, sólo escribir.
Pero me encontré a Trenton, que me habló de su proyecto, de su hostal sostenible, de Earthship Patagonia, y me invitó a ir. Me encantó el proyecto, me gustó el hostal y disfruté (seguramente) de las mejores comodidades que he tenido a lo largo de mi viaje. Pero mi cabeza seguía trabajando. Fui consciente de que ya no estaba haciendo nada, que seguía aprendiendo, que seguía recibiendo.
Todo iba tan rápido en mi cabeza que, aunque quería, no podía escribir. ¿Quería?
Dudé de mí. De qué quería. Y ya, de paso, de quién era y, por bromear(me), dudé si la culpa no sería de Sudamérica, que estaba volviéndome un poco loca.
Pensé en voz alta. Escribí hablando. Y, finalmente, deslicé mis dedos por el teclado para que hablasen por mí.
Necesitaba tiempo. Porque no (me) asimilo. Hay días en los que me despierto, me toco, y no me (re)conozco.
Hay días, que siento que hace tiempo que dejé de ser yo. Que soy otra. Una que come trigo burgol, coles de bruselas y verduras al vapor. Una que habla de meditación. Una que hace tiempo que dejó de creer en verdades absolutas. De tener opiniones claras. De pensar que existe algo bueno y algo malo, algo correcto o incorrecto. Que existe lo feo y lo bonito. Lo posible y lo imposible. Lo justo. Lo injusto.
Y se siente tonta.
Tan indecisa que no sabe de nada, y opina de menos. Que cada día se pregunta más, y se responde menos. Que empieza a creer que perdió la opinión, en algún coche, en algún hostal, en algún rincón. Y piensa, o cree, que estará allá, en algún lugar junto el resto de las cosas que perdió. Junto a sus guantes, su móvil y su cortavientos. Junto a su miedo a la soledad.
Porque, hay días, en los que la que despierta no soy yo. Porque no (me) asimilo. Como si aquella que se pone en la ruta y levanta el pulgar no fuese yo, si no alguien menos miedosa, y más habladora, que robó mi cuerpo. Como si aquella que se calza las zapatillas y comienza a andar sola en un trekking de varias horas fuese una usurpadora. Como si aquella que hace dos meses que viaja con esa misma ropa prestada, y a la que no le importa, no fuese yo sino otra.
Alguien diferente. Pero que me cae bien. Alguien que me gusta.
Y supongo que lleva su tiempo. Conocerse, digo. O reconocerse. Aceptar que cambiamos. Cada día. Y que dudar(se) no es sino el primer paso para asimilar(se). Porque supongo que es parte del viaje y no cambiar sería lo preocupante. Y empezar a entender que ya no eres aquella que se dormía en sus clases de yoga, que opinaba con fuerza (sobre todas las cosas) y odiaba las coles de bruselas.
O todavía las odia. Porque ya no lo sé.
Simplemente, precioso! Eres muy valiente publicandolo, gracias por compartir lo que muchas vivimos y no sabemos explicarlo..
Gracias a ti por comentar 🙂 Un abrazo y ánimo con esas incomprensiones (que, sin duda, nos haces crecer).
Simplemente, hermoso .
Gracias 🙂
"Tan indecisa que no sabe de nada, y opina de menos. Que cada día se pregunta más, y se responde menos. Que empieza a creer que perdió la opinión, en algún coche, en algún hostal, en algún rincón."Tan identificada... Gracias por compartir! Bendiciones!!
Gracias a ti por leer Agustina! Un abrazo y abraza también a la duda, que nos da tanto! Pues quien no duda nunca encuentra respuestas 🙂
Hola, me gusto el blog, me siento infeliz donde estoy y me pregunto si algun dia podre hacerlo, mi tema es mas de tipo econimico, tengo una deuda grande q me impide hacer ahorros, como haces para obtener dinero, los gastos son altos y viajas mucho?
Hola Patricia, solo quería decirte que me he sentido extrañamente identificada con las sensaciones que describes. Es curioso lo que nos sucede cuando nos desconectamos de la sociedad que ha prefabricado nuestras convicciones y comenzamos a cuestionarnos todo y darnos nuestras propias respuestas.
Hay un momento de desconexión inquietante, de desconexión entre lo que pusieron en nuestra cabeza de serie y nuestra evolución natural hacia lo siguiente. Es inquietante y hermoso, ver que realmente hay algo más allá, ver que somos capaces de crecer en direcciones que nunca sospechamos.
Sigue disfrutando de tu viaje.
Saludos desde Madrid.
Pat
Gracias. Mucha luz en tu camino. Saludos desde la Ciudad de México.
No te puedes imaginar las veces que yo también me "siento tonta" !!! creo que da igual estar en movimiento como tu que quedarse en un lugar y despertar todos los días en la misma cama como yo, la sensación es la misma, es otra la que hace las tareas y la que a veces hasta piensa por mi...Me pregunto si la clave no será dejar de intentar entenderlo todo!! dejarse llevar por las experiencias que nos van llegando, fluir con ellas, ir aprendiendo, desaprendiendo... UN BESO FUERTE