No sé qué hacer. Si seguir donde estoy, volver a lo de antes o cambiar radicalmente. Y es que, simplemente, no sé qué hacer (con mi vida). ¿Puedes ayudarme?
Y no. No puedo. Aunque me gustaría.
Hace meses que me vienen llegando estos mensajes a mi e-mail. La primera vez me resultó muy curioso. Admito que incluso gracioso. Verme a mí (¡a mí!) como ejemplo de tomar decisiones vitales, dando respuestas vitales. Pensé que quien me escribió simplemente se equivocó de blog. Pero los correos se sucedieron. A veces mujeres, otras hombres, algunas muy jóvenes, otras mayores. Unas solteras, otras casadas y otras con hijos. Unas con ofertas de trabajo, otras con amores lejanos y otras con sueños "imposibles" que son realizables. ¿Cómo querían que yo les ayudase a decidir algo tan personal como eso? ¿Por qué yo? ¿Qué esperaba de mí quien me escribía? ¿Esperaban una respuesta o simplemente compartir sus sueños? ¿liberar sus miedos?
Admito que no he contestado a muchas de ellas. No por desinterés, si no por falta de tiempo, y otras, también, por falta de idea. Demasiada presión y trabajo de psicóloga para alguien que sólo estudió biotecnología. Unas decisiones demasiado complejas y, todavía más, personales para ser respondidas por alguien ajeno.
Entonces ¿por qué yo? ¿por qué creen que soy yo quien puede ayudarles?
NO SÉ QUÉ HACER
La respuesta me llegó tras tres semanas en Uruguay. Porque me encontré perdida. Sin saber qué hacer. Estaba cansada, no físicamente, sino cansada del viaje. Como que nada me sorprendía ni nada me apasionaba. No sabía qué hacer. Ni a dónde ir. Me sentía como el tiempo de Uruguay que me estaba tocando esos días. Un poco indefinida, un poco loca, un poco fuerte y un poco fuera de lugar. Me estaba costando encontrar la dirección al viaje, saber hacia dónde tirar. Sudamérica es tan grande (y yo tan pequeña) que me sentía acobardada. Tenía tantas opciones que ninguna me interesaba. Era imposible decidirme.
¿Patagonia o el Noroeste? ¿Hará mucho frío? ¿lloverá?
Estaba harta de la lluvia, para qué negarlo. Buscaba ayuda en la gente de mi alrededor. Preguntaba. Y nadie me ayudaba.
Sí. Hará frío en Patagonia. Ya es Otoño. Y en el sur hace mucho frío.
¿Estaré sola? ¿podré acampar? ¿será tan caro?
Podrás acampar, pero hará frío. Y si, es muy caro. Demasiado. Tres veces más. ¿Qué ropa tenés?
Iría para el noroeste. Sonaba más fácil, y también muy bonito. Me quedaría por el centro de Uruguay, para ver un poco el interior, seguir conociendo. Y sin embargo, seguía algo triste. Deshinchada. Poco motivada.
Pero ¿qué me pasa? Quizás perdí el amor por viajar... Quizás ya fue. Fue bonito, pero ya no disfruto. Quizás me siento sola, quizás estoy aburrida, quizás...
Leí el artículo de Irene, sus crónicas de una argonauta, sobre el viaje como estado mental y en cierto modo, me ayudó ver que otras viajeras a veces también tenían sus dudas.
Intenté escuchar mis emociones, que, como siempre, me engañaban un poco. No era tristeza lo que sentía. Mi caso no era su caso, pero me reconfortó leerla. Me dije que mi mente sí estaba (más o menos) preparada para lo incierto y que podía viajar sin saber a dónde iba o dónde pasaría la noche, pero que necesitaba saber a dónde quería ir. Y que eso me pasaba. No sabía qué hacer. Necesitaba (¡y de inmediato!) poner una dirección. Un objetivo.
Pero no sabía qué quería hacer. O eso era lo que pensaba.
Amenacé a mi consciente y le dije que hablase claro. Que no me mintiese. Removí las emociones e intenté descifrarlas. La realidad es que no estaba triste, si no que estaba agobiada, y algo (bastante) cagada de miedo.
Quería ir a Patagonia. Pero era otoño, y no estaba preparada. No tenía ropa y era muy caro. Estaba muy lejos. Y estaba cansada de tanta lluvia. ¿Y si llovía allí tanto como aquí?
Resumiendo, tenía miedo.
Una pareja australiana que conocí en Punta del Este sirvieron de mecha. Hacía frío, pero había gente y se podía alquilar todo lo imaginable. Ellos venían de allí, no era tan mala fecha y era factible. Sí, era posible.
Tomé una decisión. Si quería ir a Patagonia, iría a Patagonia. Siempre podría volver. O no salir del hostal. O comprarme un jersey. No sabía si era la decisión correcta, pero era mi decisión. Y, como me dijo un buen amigo, siempre es mejor tomar decisiones propias que decisiones buenas. Así nunca podrás arrepentirte de ellas. Y mucho menos culpar a nadie por ellas.
La decisión estaba tomada, la apuesta en la ruleta y la emoción en todo mi cuerpo. El ánimo me cambió radicalmente. Estaba exultante, feliz y decidida. Tenía un objetivo, una nueva aventura, y aunque me daba vértigo, tenía claro hacia adónde me dirigía.
La decisión no sólo cambió mi energía, si no que eso hizo que todo empezase a suceder. Al tener un objetivo conocía mis próximas acciones y empecé con ellas. Tenía que volver a Argentina y encaminarme hacia la Patagonia. Tenía que conseguir ropa, o al menos, empezar a pensar en ello. Tener un objetivo hizo que todas mis fuerzas se focalizasen, que supiese qué quería y que necesidades tenía. Que mi alrededor también las supiese. Al hablar de mi objetivo, el entorno se volcó conmigo y, entre otros, apareció Lucía, en Buenos Aires, con ropa de abrigo que no usaba y que salvaba una de mis mayores preocupaciones. Vendrían y vendrán otras, pero nada que no se pueda superar.
Hoy escribo desde algún punto de la Patagonia, tras más de 4000 kilómetros recorridos a dedo desde que empecé en Buenos Aires. Disfrutando de mi decisión. Pasando frío. Temiéndole a la lluvia y pensando si seré capaz de acampar estos días. Disfrutando del otoño en el color de los árboles. Sorprendiéndome con la temporada baja, y disfrutando de ella. Y aunque las dificultades siempre llegan, saber a dónde voy, porqué y que fui yo quien decidí me da la fuerza para continuar.
Así que, hoy, sé por qué me contactaste a mí. También sé por qué estás leyendo este texto. Quizás piensas que no sabes qué hacer, y quieres que sea alguien ajeno quien piense por ti. Sin embargo, no puedo ayudarte a tomar la decisión.
Esa debe ser tuya.
Sólo puedo decirte que dentro de ti ya sabes qué quieres hacer. Y que tienes miedo. Que necesitas la mecha que te diga que se puede hacer.
Soy consciente de que no seré tu mecha si no he vivido una situación como la tuya. Es por eso que no pude contestarte. No puedo animarte con ello si nunca lo viví, si no lo hice yo antes.
Sólo puedo instarte a que trabajes en adivinar qué es. A que tomes una decisión. A que hables de ello, a que trabajes en ello y a que creas en ello. Verás que todo empieza a tomar forma y una dirección. Poco a poco se allanará el camino. O será abrupto, muy complicado, o muy frío, pero tendrá un sentido. Porque tendrá una ilusión, y mucha motivación. Trabajarás por tu decisión, por tu objetivo y, aunque fracases, habrá sido un bonito camino que tú misma has elegido.
Porque no hay nada imposible, ni demasiado loco, ni fuera de lugar. Porque el mundo se basa en decisiones, que unos tomarían y otros no.
Y tú debes tomar la tuya.
Decide, actúa y confía.
¿Todavía crees que necesitas ayuda? ¿Hablar con alguien? ¿Conmigo? ¿una mecha?
Si tienes dudas en particular o te gustaría tener una charla conmigo, lo que suelo proponer a quien me contacta es tener una "cena"/charla por skype (y de paso me ayuda a mantenerme viajando). Nos juntamos a una hora que nos va bien a los dos, y hablamos sobre tu viaje, tus ideas y tus miedos o dudas. Sobre qué hacer. Yo respondo a todo lo que quieras preguntarme.. ¡Aunque no prometo poder ayudar en todo! Es como una cena juntas pero por internet! ¿Después? Me invitas "a cenar". Como es virtual, y en realidad no estamos cenando, eso supone hacer una donación en mi cuenta.... tu eliges a qué me invitas, si me invitas a algo, viendo el rato que hemos estado, la ayuda recibida y todo lo demás. Yo como de todo 😉
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" ¿Y si viajo sola? El libro que te dará el último empujón."
Me ha resonado mucho lo que comentabas en otro artículo sobre sentir que no usabas el tiempo. Yo también perdí a mí padre con 18 años y tengo la misma sensación de no sacar partido a mi vida. En mi caso, he optado por contener mis ganas de viajar o escapar a lo mejor (para mí) y intentar trabajar en ese sentimineto interno. No sé como va a avanzar todo, no sé si mi camino es el correcto o no, pero és el mio 😉
Un abrazo cálido y gracias por tu rayito de luz.
Sergi
Qué lindo Sergi!
También creo que no siempre la decisión correcta o acertada sea viajar. Cada uno tenemos nuestras ideas, hechos y sensaciones. Ánimo con ese viaje interno, que también es apasionante.
Que bueno leerte. Te acompaño desde tus post en esta aventura, en esta decisión que tomaste, y tu me acompañas porque muchos de tus motivos son mis motivos y mi camino, aunque no es el mismo, en cierta forma es parecido. Todo lo mejor!
Qué alegría! Gracias!un abrazo!
Me gustomucho tu blog, es excelente. Ahora mismo me planteo volver a la ciudad donde estuve viviendo el año pasado y me devolví w casa de mis padres por unos meses para reencontrarme a mí mismo y pensar los errores que cometí solo para minimizazlos. Tienes razón solo yo puedo tomar una decisión y decido que la viva es muy corta o larga dependiendo de cómo se disfruta. O se sufre. Así que escojo disfrutarla.
Acabó de leer esto, y como tu dijiste me gusta leer. Tomar decisiones se me hace muy complicado,e preocupa equivocarme o en un futuro llegar a decepcionarme de mi propia vida, creo que estoy inquieta y no soy feliz, quisiera saber a que se debe.
Hola, encontré tu blog y no tienes idea de lo identificada que me sentí con muchas anécdotas que nos pláticas , el tema de las ataduras que no te permiten moverte , aunque vayamos soltando algunas hay otras que no te dejan hasta que tú las terminas soltando , es una sensación difícil pero algo que me encanto fue la frase de que tomemos decisones propias , talvez no sean las mejores , pero si serán las nuestras y todo lo que venga después será experiencia que nosotros elegimos.
Espero contactarte pronto de nuevo! Un abrazo
Maravilloso !
Soy de México y quiero irme a Europa sin temor a que haré de mi vida allá sin dinero,solo necesito algo para decidirme pero el miedo me agarra los pies pffff como le haces para generar dinero y seguir viajando?
Hola Fer,
Creo que, queramos o no, el dinero siempre es importante para viajar... es muy difícil desvincularse de ese miedo a vivir sin dinero, aunque he conocido gente que lo hace. Respondiendo a tu pregunta te enlazo este link http://www.dejarlotodoeirse.com/como-financias-tus-viajes/
Wow, demasiado inspirador. Hace casi 7 meses dejé mi zona de confort para seguir mis sueños y hacerlos realidad... Hoy estoy en Australia y se viene pronto Bali... Y como tú dices si uno se focaliza el universo se vuelca a tu favor y vas viendo que todas las cosas se van alineando para que tu camino sea el mejor. Yo solo ahora tengo problemas con couchsurfing, pues quiero viajar a dedo y haciendo couch pero hasta ahora no me ha funcionado lo último, pero el que persiste la consigue no? Cuídate y disfruta todo!!!... El sur de Sudamérica es increíble...
¡Gracias Cyndi!
Sí, sinceramente creo que el que la sigue la consigue 🙂 Couchsurfing a veces funciona muy bien y otras peor, también depende mucho del país! Un perfil completo e interesante siempre ayuda, asi como un request personal!
Un abrazo y suerte!
Que se puede decirte?; que te puede decir un médico maduro, encerrado en su consultorio. soñando, que los caminos que tu recorres, los recorro yo. que tu me has ensñado mas que cien textos de filosofía, y otros tantos sobre la naturaleza humana. solo te puedo decir; mujeres como tu valen la pena.
Wow Jose! Muchas gracias por tus palabras! Me alegro de que recorras mis caminos conmigo!
Qué caña...pues fíjate que yo no te he escrito nunca, pero desde que conocí tu blog, no me puedo quitar el nombre de la cabeza. Es como un mantra que me persigue, que brota en mi cabeza cada vez que me frustro con mi trabajo, mi casero, o mis relaciones personales....(dejarlo todo e irse, dejarlo todo e irse....) Hoy me he pasado por aquí por pura casualidad, porque estos días han sido de esos jodidos, en los que el mantra se repetía con más fuerza, y me encuentro esta pedazo de reflexión. Sé que lo que me retiene está en mi mente, (o al menos gran parte) pero es precisamente la parte más difícil de convencer.
¡Un besazo! Gracias por el blog, y disfruta de tu Patagonia otoñal
A veces cuesta escucharse a una misma en viaje. Tantos estímulos externos hacen interferencias y una acaba por no saber en qué dirección moverse. Me alegra saber que mi artículo te reconfortó de alguna manera.
Buenos y felices viajes!
Seguro que uno de esos emails era mio... y si no, hubiese sido algún día. GRACIAS por compartir tu experiencia. Y suerte!!!
Gracias a ti Paz. Si uno de esos emails era tuyo, siento no haber contestado... si lo hubiese sido algún día... espero que te haya ayudado este artículo!
Te adoro, brava!
Bonita! <3