El verbo reencontrarse, que se repite últimamente en mi cabeza, me parece hermoso.
Con ella, con él, conmigo.
Reencontrarse es volver a dar con algo o con alguien que se busca. A veces, también, se reencuentran cosas inesperadas. Como el verbo, que no lo busco y, sin embargo, lo reencuentro continuamente.
Reencontrarse.
¡Qué verbo! ¡Qué acción! Amigas que hacía tiempo que no veía, un amigo al que me unió Guatemala y del que tenía perdida la pista, la niña de una amiga que apenas abría los ojos y ya habla.

Reencontrarse.
Con él, con ella, conmigo.
Me parece hermoso, porque vale para todo. Para hablar de un reencuentro físico y bonito, pero también con uno mismo.


Con caminos, con playas y con lugares donde ya he estado.
Porque lo necesito, porque es una forma de ver el camino que a veces parece perdido. Reencontrarse sirve para las personas cercanas que la distancia mantiene a raya, para aquellas lejanas, para los momentos pasados que escribieron un presente y para los lugares que quedaron marcados en un mapa. Reencontrarse sirve para hablar de volver a entenderse.
Y me parece todavía más hermoso porque, al contrario que el verbo encontrar, y en contra de lo que pudiese parecer, sólo es posible reencontrarse con aquello que, pese a todo, no se ha perdido.

Reencontrarse también es aquello que la vida en soledad necesita para seguir creyendo que lo que soy es consecuencia de mucho de lo que deje cuando decidí vivir en soledad.
Un saludo muy cordial de Rafa (el runner que tuvo el honor de compartir contigo y Pablo momentos muy agradables del camino Lebaniego los pasados días 3 y 4). Te deseo lo
mejor en tus andaduras y te mando un abrazo y todo mi ánimo.
Rafa! Qué alegría tu mensaje! Sin duda, reencontrarse es también eso. Vivir en soledad es una decisión consciente... y reencontrarse, con una misma y con gente, es necesario para no olvidarlo. Espero que acabaseis el Camino con el mismo ánimo que cuando nos conocimos (y estoy segura de ello!) Un abrazo!