Nuestro viaje por Croacia continúa. Después de visitar Dubrovnik, Zagreb y el parque de Plitvice, nos dirigimos hacia Split. Ahora visitamos Split, Trogir y las islas de Croacia. Por supuesto ¡seguimos con transporte público!

Desde el parque de Plitvice existen al menos dos autobuses que nos enlazan con la ciudad de Split. Nos decidimos por el autobús matinal a pesar de "perder" en el autobús un tiempo más aprovechable. Llegar a una nueva ciudad de noche nunca me ha gustado y, además, no es muy recomendable: al bajar del autobús te encuentras desubicado (para lo que la oscuridad no ayuda), llevas tu mochila sobre tus hombros y encima ¡no tienes una SOBE reservada!

La estación de autobuses estaba a rebosar, y poco después constataríamos que esto también se extendía al resto de la ciudad. Por asegurar nuestras pertenencias y sentirnos más cómodos, decidimos dejar nuestras mochilas en una consigna de la misma estación y lanzarnos a la visita de Split. Split, además de ser una ciudad declarada en 1979 Patrimonio de la Humanidad, es una ciudad con mucha vida, donde contrasta su trato arisco al turista con su implicación con él (pasándote por Información turística te ofrecerán un mapa de la cuidad con un pequeño tour para realizar por la ciudad y no perderte nada).

Split puede parecer el decorado de cualquier película

Split es una ciudad fundamental a la hora de querer trasladarnos a las islas de Croacia, ya que es la ciudad desde donde salen todos los ferrys. Algo importante a tener en cuenta es que la comunicación entre islas es escasa. Por lo que en la mayoría de los casos, después de visitar cada isla casi siempre será necesario volver a Split para tomar otro ferry con el que trasladarse a la siguiente isla.

Antes de comenzar con nuestro recorrido por las islas, decidimos visitar Trogir, una ciudad de interés turístico que se encuentra muy bien comunicada en autobús, saliendo uno cada hora desde Split. Allí, la gente es mucho más amable, la masificación de turistas también es remarcable y el encontrar SOBE no es algo sencillo. La ciudad, fortificada, con encanto y dividida por un río nos gusta y decidimos pasar la noche allí. Para cenar, parece ser que acertamos con la cena típica del ambientado mercadillo y decidimos disfrutarla a la orilla del puerto.

Sólo tenemos ocho días para visitar Croacia por lo que no podemos ver todas las islas y tenemos que elegir. Finalmente, nos decantamos por Vis y Vela Luka. Si algo estamos echando de menos en este viaje por Croacia es la falta de autenticidad, de no turismo, de tranquilidad. Estas dos islas, en principio, nos ofrecían un menor turismo que las anteriores, por lo que podríamos disfrutar de esa autenticidad que tanto buscábamos.

Vis no defrauda. Es una isla muy bonita, muy poco masificada y de un turismo un poco más pudiente. Encontrar una SOBE para una sola noche y por menos de 75 euros se nos hace imposible. Como este precio se sale de nuestro presupuesto, decidimos alquilar una moto y exprimir la visita de la isla a unas 5 horas. Después volveremos a Split. La agencia que nos alquila la moto nos permite dejar allí nuestras mochilas, por lo que matamos dos pájaros de un mismo tiro, ¡no encontrábamos una consigna en todo el pueblo!

Alquilar esa moto fue una de las mejores decisiones que tomamos durante el viaje. El depender continuamente de transporte público te hace sentirte a veces un poco atado, esas 4 horas con la moto nos dieron libertad, frescura y nos permitieron visitar la isla de una forma que sin ella hubiese sido imposible. ¿La pena? ¡No haber encontrado una SOBE a mejor precio! Vis es realmente precioso y sus playas increíbles, buen ejemplo son Srebma o Stiniva (no apta para gente en baja forma física...)

Vela Luka es todavía menos turístico y, aunque bonito, es menos recomendable que Vis, Split o Trogir. Una vez en Vela Luka tomamos un autobús que, ya por tierra a excepción de un momento en ferry, nos llevó hasta Dubrovnik.

Si coges este autobús ¡siéntate en el lado derecho para no perderte las vistas!