Es automático. No siento que me voy hasta que compro el billete. Quizás es que siempre lo compro demasiado tarde y, cuando ya lo tengo, siento que ya no me queda tiempo para nada.
Dos semanas y media.
El 29 de enero estaré en Madrid rumbo a Cancún para empezar mi vuelta por México. No sé cuánto tiempo estaré allí pero tengo intenciones de encarar Centroamérica. Esas son las intenciones porque, a decir verdad, hay cero planes. Quizás México me atrapa, y no me muevo. Quizás lo recorro entero. No pienso en la vuelta, no tengo fechas. Y mucho menos prisa.
Comienza ese cosquilleo, esa ansiedad. Ese volver a irse de viaje y todas esas emociones encontradas.
¿Debería empezar ya a preparar la mochila? Y me sonrío, porque sé que la prepararé el último día, para no romper las viejas rutinas. No quiero llevarme mucho.
Dos semanas y media, se me repite como un mantra.
Echo la mirada atrás y es ahora cuando me doy cuenta de que no hice casi nada de todo eso que quería hacer. Y empiezan las listas, los tengoque y los megustaría. Comprimo las tareas en días, mancho libretas, agendas y me muevo más rápido, consciente de que no habrá tiempo ni energía.
Empiezan las despedidas mentales. Saboreo la ausencia futura. Echo de menos lo que todavía tengo. Disfruto esta cama, esta ducha, esta comida. Esta compañía. Me pierdo en nostalgias de sentimientos presentes que sentiré en el futuro.
Dos semanas y estaré allí. Al otro lado del charco, con una mochila y mil emociones. Con problemas que parecen pequeños desde aquí mirando desde las alturas a los que me parecen grandes aquí. Echando de menos, lo mismo, que antes echaba de más, me canta Kiko Veneno.
Y así empieza mi viaje antes de marcharme.
Aprovechando cada minuto, exprimiéndolo, disfrutándolo. Siendo consciente de lo que tengo y, en cierto modo, pierdo. Encapsulando momentos efímeros.
Será que todo (me) es más bello cuando no es eterno.
"Cacé" a este buitre en el pirineo navarro, abriendo sus alas, dispuesto a volar. Expectante. Como pensando qué viene antes y qué le espera después. Como yo, como cualquiera, antes de volver a irse de viaje.
Si no lo has leído, o te buscas o encuentras en estas emociones, no puedes perderte estos dos artículos escritos en otros momentos de mi vida, tan similares, pero diferentes: "Despedidas de aeropuerto y monedas de nostalgia"y el día del adiós
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