Ya vuelvo tras 15 días en Islandia. Ya vuelvo, y no me lo creo. Cuántas cosas he visto, cuánto ha pasado, he conocido y qué rápido, qué poco tiempo para pensarme, para escribirme. También qué lento. Y es que siento que el tiempo pasa más lento cuando una  viaja, cuando se mueve, cuando ve, cuando siente. Como pasan tantas cosas parece que el tiempo se extiende.

Son 15 días los que llevo en Islandia, estoy en Reykiavik y ya vuelvo. Estoy bajo techo, con un té caliente y la seguridad de que hoy, independientemente de la lluvia, del viento, del clima que haga, duermo tranquila en una cama. Son pequeños detalles, tonterías , que echaba mucho de menos tras quince días en Islandia moviéndonos a dedo. Han sido quince días de no tomar ni un autobús, de dormir en tienda de campaña, hablar inglés y comer de supermercado, con suerte algo caliente.

Vuelvo tras 15 días en Islandia, de que ayer amaneciera en la tienda, empapada, de luchar contra el viento para que no se la llevara. Maldiciendo la idea, a Islandia, los campings islandeses desprovistos de un techo a pesar de ser consicientes de cuánto llueve. De amanecer en un baño intentando resguardarme de una lluvia que calaba mi ropa, mi saco y todas mis pertenencias.

Vuelvo tras 15 días en Islandia viendo explotar geyseres delante de mi cara, observar glaciares, icebergs y volcanes, dejarme conducir por fiordos infinitos hasta escarpados acantilados, playas negras y cascadas de basalto, por mares de lava hasta mares repletos de ballenas y piscinas naturales con agua caliente que calman los fríos acumulados adentro.

De conocer mucha gente.

Siento que vuelvo con ganas de continuar de viaje, de que la mochila siga pesando en mi espalda, de mirar lo que compro, dónde duermo y de pensar cuál será el siguiente paso. Siento que vuelvo con ganas de andar, que me vuelvo pronto, que vuelvo con ganas de no volver pero con muchas ganas de olvidarme de este frío en pleno verano. También de la lluvia.

Sobre todo de ella.

Me vuelvo contenta porque me he demostrado que el accidente de coche ya es cosa pasada y que ya no me duele la espalda. Contenta porque, a pesar de cómo es Islandia, gastamos poco y conocimos mucho.

Contenta porque el viaje fue un éxito, porque no discutí con mi hermano, porque nos entendimos, porque llegamos (a a)cuerdos.

Contenta porque, a pesar de esto, también añoré viajar sola. Contenta porque vuelvo pero sé que, dentro de muy poco, seguiré haciéndolo. Vuelvo con la cabeza llena de historias y de planes.

De viajes.

Vuelvo tras 15 días en Islandia, y si me dais un poco de tiempo, os iré contando todo.