Tenía ganas de dejar Brasil. Y aunque muchos me han preguntado por qué, todavía no sé bien qué responder. Tenía ganas de cruzar a Argentina, de hablar español, de sentirme segura y dejar de pasar calor. Por supuesto no dejé de pasar calor (diría incluso que fui a peor) pero cruzar la frontera me sentó bien. Me gustó.
Tuve muy buenos días en Brasil, lo pasé bien. Me gustó Río de Janeiro, aunque me sentí algo insegura, disfruté de Couchsurfing en Petropolis y Angra dos Reis y me enamoré de Paraty, de sus calles, de sus caxoeiras, de su forró, de su ritmo sensual y de su carnaval en el barro. Pero tras eso, quería ir a Argentina. Sentí como el tiempo en Brasil se había terminado, me cansé de las playas paradisíacas perfectas y quería comenzar a caminar. A descubrir. Al fin y al cabo, playas bonitas también tenemos en España.
Pasé por São Paolo, y no quise verlo. Me daba vértigo, y no tenía el cuerpo preparado a prueba de bombas. Ya habrá otro momento, me dije, y seguí para adelante. Curitiva me recibió con un gran aguacero que pasé en la estación de autobús. No le daría más vueltas, si me apetecía cruzar a Argentina, cruzaría. Qué más daba si estaba dejando cosas en el camino... Una siempre se deja algo, y no merece la pena hacer cosas por una obligación autoinventada. Al fin y al cabo, para eso viajo sola.
A ARGENTINA
En Foz de Iguazú lo vi claro. No sabía si estaba en lo cierto o no, pero el cuerpo me lo pedía. Por presupuesto vería las cataratas de un solo lado, y decidí que sería el argentino. Las recomendaciones generales apoyaban mi decisión y el hecho de que Puerto Iguazú fuese un pueblecito en vez de una ciudad como Foz de Iguazú terminó por decidirme. Cruzaría ese mismo día a Argentina.
Las decisiones que, hasta el momento se me hicieron complicadas, dejaron de serlo en Argentina. Todo parecía fluir y me dejé hacerlo. Me gustó la tranquilidad de Puerto Iguazú, la simpatía de la gente que se puso en mi camino y la sensación de tranquilidad que me embargaba. Al fin y al cabo, quizás Brasil estaba chupando una energía que yo necesitaba. Me relajé. Y comencé a dejarme sorprender con todo aquello que Argentina me quería ofrecer.
DEL REAL AL PESO
Me sorprendió el cambio. Pasé de dividir entre cuatro a hacerlo entre 16, y no es sencillo dividir entre 16. No es algo automático, y, al principio, se me hizo complicado.
El primer día en el supermercado, me convencí de que debía estar equivocada; un euro no podían ser 16 pesos, tenían que ser más porque los precios me parecían elevadísimos. Un litro y medio de agua costaba 15 pesos, un paquete de galletas 20 y y un paquete de arroz 15 pesos. Si no estaba equivocada, Argentina era más caro que España. Debo estarlo, me dije. Hasta que me dijeron que no. Puerto Iguazú es caro, me dijeron, mucho, aunque no sabemos porqué. Los hostales, los autobuses y las entradas se escapaban de mi presupuesto y comer por la calle me resultaba más económico que comprar en el supermercado. ¿Cómo es posible que medio pollo a la parrilla con verduritas cueste 40 pesos y una botella de agua me la cobres a 30?
Es una realidad; no entiendo los precios en Argentina y, mucho menos, cómo hacen los argentinos para vivir con ellos.
LA LOCURA EL MATE
Hace 40 grados y ahí están, con el mate en la mano y el termo en la otra. En el trabajo, de paseo e incluso conduciendo. Me sorprendió ver que la cultura del mate era mucho más de lo que yo imaginaba. Era consciente de la pasión, o costumbre, que los argentinos tenían por esta hierba, pero no sabía que llegaba a esos niveles. Da igual dónde estés, en un parque nacional a 10 kilometros del pueblo más cercano o en una comunidad guaraní, da igual con quién, lo más probable es que en un momento dado se te acerque un argentino y comience a tomar mate a tu lado. Y vendrá con todo su equipo; el mate, la yerba, la bombilla y el termo, porque se hace bien, o no se hace...
Me tranquilicé cuando vi que existía el Tereré. Un mate, pero frío. Eso sí me tenía sentido. Hielo, agua fresquita y a beber. Rebajar el calor y no quemarme la lengua, por fin. Y me confirmo desde aquí muy fan, para qué nos vamos a engañar.
EL ARGENTINO
El argentino es diferente al español. Al argentino no le importa perderse en divagaciones, conversaciones sin fin, ni tema ni conclusión. Le encanta filosofar, hablar de la vida y del ser. Hablar de Dios y de la fuerza que mantiene unido todo esto. Compartir opiniones aunque sean diferentes. Hablar de psicología, ahondar en los sentimientos y hablar de sus miedos. Vive al día, y paga a crédito. Escucha música y habla de amor. Es hospitalario, muy social y, aunque a veces intente ocultarlo, está muy orgulloso de su país y de sus compatriotas. Sabe reírse de la situación y es crítico con su alrededor. Tiene raíces europeas y sueña con viajar el mundo, conocer sus orígenes y pisar París. El argentino bebe mate bien caliente, le gusta el dulce y disfruta de la compañía de sus amigos a los que llama el flaco, el pelón o el gordo, todo sin acritud pero con un toque de mofa.
Estoy contenta de haber llegado a Argentina. Me gusta este país, me gusta su cultura, sus paisajes y los argentinos. Y tengo ganas de seguir descubriéndolo. No tengo prisa. Porque cuando encuentras algo que te gusta, es bueno descubrirlo lentamente. Dejándote sorprender en cada momento. Disfrutando de cada mate, de cada alfajor y dulce de leche. De cada promesa de asado y cada sueño de futuro.
Me encanto, me maravillo, que lindas son las cataratas, estuve ahí hace 4 años ya y están aun en mi retina, después de ahí visitamos las minas de wanda, también es mágico
Hola Patricia soy argentina me llamo Marta y vivo en España desde hace 30 años. Este año estuve en las Cataratas del Iguazú de los 2 lados con mi hijo y nos quedamos fascinados los dos. La descripción e Puerto Iguazú, el mate y los argentinos es todo real y de un conocimiento profundo del país que visitaste. Me encanta tu forma de escribir y de vivir tu viaje, te felicito por el blog.
Te deje un comentario hace un ratito en el de "no entiendo Buenos Aires"...y sigo encantada. PARA ESO VIAJO SOLA!!!! me dieron ganas de aplaudir. Yo viajo sola CASI siempre, y siempre pienso, cuando tengo una oportunidad de que se me sume alguien "va a ser un cambio divertido, mas compania..." y al final, siempre me quedo conque viajar sola es mejor. 🙂
Genia! Bienvenida a nuestro país!
Hola! yo tmb soy Argentina, y estoy recorriendo el Sudeste Asiatico y esto que decís me hace extrañar aún más mi país!
Los argentinos somos lo más jaja!
Segui disfrutando 🙂
Soy argentina que lastima que no pude conocerte porque sigo tu blog y amo como escribis! muy buena vision de nosotros, me rei con lo del mate jajaja asi somos! Me encanto tu entrada. Un saludo enorme.