Debido a los miedos que aparecen cuando una se plantea viajar sola por el mundo, hace un par de semanas, me apunté a unas clases de defensa personal impartidas por la Asociación de Mujeres de la Ribera de Navarra. Durante 4 días aprendí técnicas con las que librarte de un contrincante y con las que defenderte en caso de ser atacada, pero, además, me llevé 5 lecciones básicas de mis clases de defensa personal femenina.
El otro día hablé de los miedos a los que se enfrenta una mujer que decide coger la mochila y ponerse a viajar en solitario por el mundo: el miedo a dar el paso, el miedo a los otros, el miedo a enfermar, el miedo a perder lo que tenemos y el miedo a fracasar (para saber más pincha aquí).
Por las preguntas que me hacen, por las respuestas al blog, y por las constantes afirmaciones de mis abuelas (- "Ay, hija mía, ¿sola?, ¿y si quieren algo y te matan?") parece ser que el miedo mayor de todo el mundo es ese. Después de dar las gracias a mis abuelas por los ánimos, y sin quererlo, me imaginé un encuentro con un malo, malísimo, que quiere todo lo que tengo (que es poco) y que acaba conmigo. Poco después, la imagen desapareció de mi cabeza. Será que no quiero imaginarme ese tipo de cosas.
Y pensando en todo esto y aprovechando que la asociación de mujeres de la Ribera de Navarra daba un curso de defensa personal para mujeres me apunté al cursillo. Esto supuso tener que hacerme 60 kilómetros al día durante 4 días, pero mereció la pena. La verdad es que no esperaba mucho de un cursillo de cuatro días para mujeres totalmente amateurs, pero el curso era barato, lo tenía relativamente cerca y era muy improbable que pudiese encontrar otro con estas características antes de mi fecha de partida hacia Tailandia.
AUTODEFENSA PARA VIAJERAS
Y el curso me sorprendió muy positivamente.
Por supuesto, quiero explicaros un poco las técnicas más claves que aprendí en el curso, porque me parecieron sencillas y muy útiles en el caso de estar frente algún tipo de amenaza, pero antes me gustaría hacer un breve resumen de las lecciones que me llevé yo de ese curso de defensa personal femenina.
# El miedo genera miedo
¿Te lo has planteado alguna vez? Tú vas tan tranquila al curso, llegas al polideportivo y dejas el coche en un aparcamiento. En ningún momento sientes miedo ni te planteas que allí pueda haber algo peligroso o alguna amenaza. Estás atenta, siempre vas atenta, pero nada de ese entorno te resulta extraño ni amenazante, estás en un pueblo, exactamente como el tuyo, donde nunca sientes miedo. Y una vez dentro, hablando sobre por qué esa necesidad de defendernos comienzan las historias. Historias en las que parece que alguien te sigue, en las que tú aceleras el paso y en las que finalmente no pasa nada. Pero la amenaza, el peligro, estuvo ahí. Porque estuvo ¿no? ¿o fue el miedo? No lo sé, pero la realidad es que acaba el curso, y salgo al parking, sintiéndome más fuerte, conociendo más técnicas de defensa personal, y sin embargo entonces, entonces siento miedo. ¿Y si...?
# Y la violencia genera violencia
"Sonreíd cuando os defendáis" nos dijo el profesor.
¿Que sonría? ¿en serio? ¡Me está atacando!
"Sonreíd, pues la respuesta a la violencia con más violencia genera todavía más violencia y no estaréis en situación, ya que en general tendréis menos fuerza que vuestro contrincante. Tranquilizaos y defendeos como si no tomáseis en serio la amenza, como si sus gestos os molestasen, pero sin ensañarse. Y una vez podáis, alejaos de su campo de visión. Vuestro fin siempre es huir, no pelear."
# Si quieres recordar algo, recuérdalo con dolor
Esta frase era muy repetida por el profesor. Y admito que hubo momentos en los que no me gustó nada. "Este tío es un masoca" pensaba yo.
Ya han pasado más de dos semanas desde que hice el curso y todavía tengo algún moratón que me recuerda algunas técnicas. Y es curioso, porque después de dos semanas ya sólo recuerdo las técnicas que más daño me hicieron: las que provocaron moratones. Aprendes tanto en tan poco tiempo, que no puedes recordarlo todo, y tu memoria vuelve a aquello que tan sencillamente te causó tanto dolor.
# No practiques con una chica que sabe mucho más que tú
Suena a broma ¿no? Pues no.
Los tres primeros días practicábamos las técnicas entre nosotras, todas amateurs, y temerosas de hacer daño a nuestra compañera. Practicábamos en serio, nos defendíamos y nos hacíamos daño (¡de ahí mis moratones!), pero siempre teníamos en mente las limitaciones de la otra persona y dónde estábamos.
El cuarto día el profesor tuvo una idea que pudo ser muy buena, pero que para mí fue un fiasco: compartiríamos clase con sus alumnos, así veríamos cómo es una clase real y pondríamos en marcha nuestros recién adquiridos conocimientos. Una chica muy simpática se acercó a mí y empezamos a practicar. No tuvo compasión. O la tuvo, pero la escondió mucho. La chica acabó provocándome una tendinitis leve en el codo que a día de hoy todavía me molesta. Nada grave, claro, pero me enseñó que en casos así los hombres tienen mucho más tacto. Se saben fuertes y tienen mucho más cuidado con las mujeres que las propias mujeres, siempre en esa "obligación" de tener que demostrar que ellas pueden ser igual de fuertes. El resto de mis compañeras, que habían practicado con hombres, salieron contentísimas, ellos habían sido simpáticos, dulces y muy considerados. ¡Al fin y al cabo sólo llevábamos 4 días de entrenamiento! Yo, lamentablemente, no pude decir lo mismo.
# Nunca estarás preparada
Por supuesto, la última lección, muy relacionada con la anterior, fue que nunca se está preparada para una ataque. Tu atacante tendrá más fuerza que tú y seguramente sepa cómo agarrarte, sin embargo, tenemos la ventaja de la sorpresa: conociendo algunas de las técnicas es probable sorprender al atacante y ponerte a correr. Porque, recuerda que lo único que en lo que tienes que pensar es en liberarte y ponerte a correr.
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[…] las técnicas que nos enseñaron, como ya expliqué en un post anterior, estaban basadas en la necesidad de aprovechar el movimiento y la fuerza de tu contrincante para […]