Dejamos Tanzania. Nunca una frase así y tomar un avión me había generado tantas emociones contrarias. Y, mira que, a estas alturas, ya he tenido suficientes viajes, vuelos, despedidas y reencuentros. Sin embargo, esta vez, todo ha sido diferente. Ya lo avisaba en el artículo ¿Cuándo vuelves a casa de Tanzania?
Dejamos Tanzania y cambia que, en este viaje, no me he ido cuando quiero, sino cuando puedo. Hace más de un mes que intentaba marcharme de Tanzania pero no había vuelos. Hace dos semanas que esperaba que una aerolínea comenzase a viajar y que hubiese unos vuelos que no me descuadrasen todo el presupuesto. Sin embargo, no ha llegado ese momento.
Nos hemos movido en un bucle, de ensanchamiento infinito, en el que cada vez que se acercaba la fecha del posible vuelo, se acercaba la fecha de expiración del visado y, con ella, se posponía el vuelo.
No había seguridades, todo eran incertidumbres. Juegos de aerolíneas en las que ponen precios bajos aparentando normalidad para, después, en una incertidumbre total, no poder volar, posponer el vuelo y ya tenerte agarrada con billete pero sin vuelo. Por suerte, no llegué a comprar uno de estos billetes.
Consejo: no compréis ahora un vuelo sin mirar si esa aerolínea está realmente volando, no en su web sino en la web del aeropuerto de salida.
Dejamos Tanzania y lo admito, ha sido una salida a la desesperada. De estar en el aeropuerto sin billete de salida y preguntar qué opciones tienes. Una salida que se agarra a la posibilidad y no a la voluntad, pues no quería volar en estas condiciones, con estos precios y tantos transbordos. Pero sólo había un vuelo. Una aerolínea. Un horario.
(¿Quién podía asegurarme que dejábamos Tanzania pero no nos quedaríamos tirados en otro lugar?)
El mundo del transporte ha cambiado, queramos o no verlo. (Al menos, de momento). Se han borrado de un manotazo las low cost, el comparar precios, posibilidades y tiempos. Ya, de nuevo, sólo les está permitido volar a unos pocos.
Tanzania no ofrece datos sobre su estado, a efectos teóricos tiene las fronteras abiertas y sólo una aerolínea quería, podía o se atrevía (es difícil saber en estos tiempos) volar hasta Europa. Mi duda principal era si, con el tiempo, y una posible mala gestión del gobierno tanzano, llegase el momento en la que ni siquiera esta aerolínea que hemos tomado, quisiese, pudiese o se atreviese a volar a Tanzania.
También estaba la duda del visado ¿cómo nos deja a nosotros, tras cuatro meses en el país, con las fronteras a todos los efectos abiertas? ¿Podríamos renovarlo? Me repito, ya lo he dicho antes en otro artículo, pero la embajada no nos ha ayudado en nada.
"Los precios no van a bajar" nos dijo una chica tanzana de una agencia de viajes, con la voz rota y las emociones a flor de piel "llevamos dos meses en esta situación. La gente quiere volar, pero los precios son estos y no todo el mundo puede. El resto de aerolíneas no se comprometen a viajar, cambian el vuelo y ya está. No salen. Please, no fuerces. Si puedes, viaja ahora. Los precios no van a bajar. Nosotras ahora somos tres trabajadoras de toda una multinacional, y quizás, en dos semanas, y si nada mejora, de nosotras sólo quede una".
Atrapada en Tanzania y sin visa no era un artículo que quería escribir, Dejamos Tanzania me sonaba mejor. Entonces, sólo me quedó agradecer el ser capaz de pagar un vuelo caro y poder volar. Agradecida del pequeño colchón, del dinero que tantas veces (me) he dicho no es necesario para poder viajar. Vuelo a casa. Dejamos Tanzania. Con mi familia, con mi gente, con mi seguridad en medio de tanta incertidumbre. Creo que el mundo ha cambiado. Pero necesito perspectiva, relativizar y raíces para poder opinar.
Por eso, de estilos de vida y viaje hablamos otro día.
Del vuelo, de lo raro y de lo absurdo, de cruzarse el mundo y España en plena desescalada, en el siguiente artículo.
¿QUIERES SABER MÁS SOBRE MI VIAJE POR TANZANIA Y KENIA?
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Me pregunto si tanto tiempo en Africa has tenido al principio problemas de rechazo de tu organismo a los alimentos de allí. A veces no estamos acostumbrados a determinados alimentos o a la calidad del agua y nuestro cuerpo reacciona hasta que se inmuniza. ¿Te ha pasado algo así?.
Hola Ibio! La verdad es que no tuvimos ningún tipo de rechazo claro. Al principio yo me sentía más saciada que de costumbre y pensé que quizás podía ser por el maíz (ya que también me pasó en México algo similar), pero esa sensación desapareció y poco a poco tuve teniendo más apetito. Alguna comida nos sentó mal, pero creo que fue más por razones higiénicas que por el alimento en sí. El agua siempre la tomé de botella.
Un abrazo