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Dicotomías de viaje

Y aunque sé que no seré la primera que compare el Camino de Santiago con nuestro camino en la vida, no puedo dejar de pensar en ello. Es algo que me roba las horas, el resto de pensamientos y las páginas en mi cuaderno. Por eso he decidido lanzarme a escribirlo aquí, porque quizás de esta forma mis pensamientos se materializan, se vuelven reales y se comparten. Porque quizás a alguien le ayuden o, por el contrario, sea alguien quien me ayude a mí.

Hoy hace tres semanas que comencé mi Camino. Ya son 21 días caminados bajo mis pies y algo más de 400 kilómetros. Es mucho tiempo que corre deprisa, donde ocurren muchas cosas, donde se conoce mucho, y a mucha gente, en profundidad. Donde se gana y se pierde mucho. Son 21 días donde se pelea cada kilómetro, donde una habla mucho consigo misma y se pregunta mucho. Y como siempre pasa, se responde menos.

 

El camino, como la vida, está repleto de opciones, de bifurcaciones y de paradas en el Camino. Está repleto de gente dispuesta a compartir algún momento, alguna experiencia o alguna etapa contigo. Repleto de alegrías, de sufrimientos y recompensas, de bienvenidas y despedidas. De hasta prontos y buenos deseos. Y, cómo no, el camino está repleto de decisiones. Son estas decisiones que tomes las que marcarán tu Camino, las que harán que sea de una forma y no de otra, las que dibujarán un recuerdo.

Foto tomada por el buen ojo de Iva....

Foto tomada por el buen ojo de Iva Jurcic....

No siempre es fácil tomar decisiones. Porque no siempre sabes cuál será el resultado al que te llevará cada una de ellas. Quizás tienes claro en tu cabeza cuál es tu idea de viaje, cuáles serán tus paradas o qué ritmo te gustaría llevar. Es probable que tengas ciertos parámetros, ciertos valores que no quieras cambiar. Yo los tengo. O los tenía. Ya habíamos hablado de ello. Para mí el Camino significa viajar despacio, no marcarme etapas definidas, acampar en solitario y un presupuesto ajustado. Quizás llegar hasta Santiago. Pero comienzas el Camino, y pasan cosas. Conoces gente. Surgen miedos. Llueve. O necesitas encontrar un hostal. Tus prioridades cambian. O te preguntas, al menos, si quieres que cambien. Ahí surgen lo que yo llamo las dicotomías del Camino. Esas bifurcaciones, esas paradas, esos momentos, en los que te toca tomar una decisión. ¿Sigo con mi idea inicial de viaje o debería cambiarla?

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Dicotomías de viaje. ...

El viaje y la vida están hechas para ser flexibles, te dices. Y no me importa cambiar mis planes de vez en cuando. Es más, diría que me gusta. Disfruto con ello. Sin embargo, he de pararme a pensar. Si alargo estos cambios en el tiempo, con esas decisiones que tomo ¿estoy cambiando mis objetivos el viaje? ¿estoy de acuerdo con esos cambios?

Mi corazón, siempre preocupado por la compañía, me dice que caminar despacio, acampar, y llevar las etapas del camino a mi ritmo hará que sea complicado mantener un grupo. Mantener a alguien a mi lado. Conocerás gente, me dice, compartirás experiencias, pero llegará un momento en el que esas personas formen parte de otra etapa, y vuestros caminos se separen. Puedo entonces caminar más deprisa, me dice la mente, parar menos y disfrutar más de la compañía, pero un día, terminarás recriminándote que no hiciste el camino que deseabas. Que estuvo bien, que aprendíste cosas y viviste mucho, pero que no fue lo que querías.

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Seguir la senda...

Y las dicotomías se alargan en el tiempo. Y en las etapas. Hoy debería acampar, luchar contra un miedo. Y el cielo se aparece gris, amenazando a lluvia, y recordándome que mi tienda de campaña es de verano. Que no resistirá una gran lluvia. Haciéndome partícipe de mis miedos y dándome una excusa para aplazar esa toma de esa decisión. Aunque aplazarla ya sea una clara forma de tomarla. Y me autoconvenzco, porque acampar también significa en cierto modo aislarse.

Encontrar un lugar donde detenerte a descansar un día completo. Que alguien te ofrezca su casa, su baño, su cocina y una cama donde relajar los pies. Relajar la mente. Ser consciente de que lo quieres, de que lo necesitas. Que te vendrá bien una ducha, una comida caliente y un poco de calma. Volver a convivir con la sensación de hogar que tanto se echa de menos al caminar. Al viajar.

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Y no poder, sin embargo, dejar a un lado la sensación de que una parte de tu viaje se escapa entre tus dedos con esa decisión. Porque la gente sigue su Camino, hacia adelante, siguiendo los planes y la idea de viaje que una vez crearon en su cabeza, con sus objetivos, sus ilusiones y sus metas. Con sus ritmos. Otros vendrán después, te dices. Con nuevos objetivos, nuevos ritmos y nuevas ideas de viaje. Nunca estarás sola y siempre habrá gente con quien compartir momentos. Quizás alguien un día camine a tu mismo ritmo. Quizás quien caminaba más rápido se detenga un día a respirar y volvamos a encontrarnos. Quizás al detenerme, me reencuentre con alguien que caminaba más despacio. O quizás no. Porque los ritmos, los sueños y las ideas son así, algo caprichosas.

Y, como cada día, hoy he tomado una decisión. He decidido aceptar la propuesta, me quedo un día en Ribadesella, descansando pies y mente, escribiendo, y siguiendo mi idea de viaje. Porque creo que es lo que quiero, lo que necesito, lo que me hace feliz.

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Seguir tu camino...

2016-12-15T17:51:56+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

3 Comments

  1. […] el día en el que debo decidir si seguir el Camino del Norte o desviarme al Camino Primitivo. Esas dicotomías que, una vez más, el camino ha decidido plantearme. Decisiones sobre qué camino tomar. Decisiones sobre despedidas y reuniones, sobre caminos que se […]

  2. Isis at 20:30 - Reply

    Hace un montón que te sigo pero como yo soy de poco comentar en general pues ahí estoy, en la sombra.
    Me identifico contigo y con el camino pues el breve realizaré mi segundo camino, y aunque no es comparable con tu kilometrada ni con tu planteamiento, si comparte un reto pues es mi primer viaje en solitario. Yo que le doy muchas vueltas a esto de las decisiones... ¡Haz lo que salga de las tripas! Ni cabeza ni corazón, la sabiduría está en las tripas (lo decía mi abuela y tenía toda la razón).

    Mucha gente se refiere al camino como una vida dentro de la vida y al igual que quieres vivir tu vida con tus propios términos, también el camino, que es una parte de la misma.
    Si estás de conocer a alguien que siga tu paso y tu el suyo surgirá, forzarte a andar más no tiene mucho sentido pues es tu camino personal e intransferible.Si esta vez has elegido este planteamiento sigue adelante y como se dice en mi pueblo "si sale con barbas San Antón y sino La Purísima", sin duda tendrás experiencias distintas a las típicas etapas que hacemos todos y al fin y al cabo puedes volver a hacerlo cuando quieras con un planteamiento distinto, más social y establecido, nadie se va a llevar el camino y nunca se recorren dos distintos.

    Algo que aprendí en mi anterior Camino es que el camino realmente empieza en Santiago (o Fisterra), no se termina en él. es paradójico.

    ¡Sigo tu aventura! Sigue contándonos tus pasos.
    ¡Buen camino!

    Isis

  3. katia at 15:18 - Reply

    Muy chulo!! y unas fotos preciosas.

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