Jordania son (muchos) olivos, pinos y alguna palmera. Suelos amarillos, llanos, secos y sobra basura, que se vuela, se estanca y ensucia. Casas bajas, de color claro y tejado plano, indicando que la lluvia no cae tan a menudo como se la necesita.
En Jordania hay pocos ríos, pero los que hay, están llenos de gente dándose un baño. El agua es un bien escaso, y a veces, les falta durante dos meses, en verano. Los pueblos están esparcidos a lo largo de la carretera y, los más antiguos, colocados en lo alto de las colinas. Por eso que moverse a pie en Jordania siempre suponga subir y bajar y que los jordano casi nunca lo hagan. Paran un taxi y se montan aunque sea para unas pocas calles.
De pronto el paisaje cambia. Se abre. Se cierra. Aparecen montañas enormes, con agujeros, como si fuera un queso de gruyere que no sabes cómo, pero se sostiene. Entre ellas, casi siempre, un valle ancho y profundo, formado por un río, diminuto ¿de dónde sale esa fuerza para romper la piedra? De las lluvias torrenciales, claro. Te han avisado que tienes que tener cuidado. Que la lluvia llega de una forma, con tanta intensidad, que arranca todo lo que se encuentra.
Jordania es segura. No hay robos y, según te dice todo el mundo a todas horas, no hay que preocuparse porque pueda pasarte algo. ¿Y a la noche? A la noche tampoco. Sentido común, claro. Pero los árabes tienen buen corazón, repiten como un mantra.
Si quieres hacerlos felices, como a casi todo habitante de la tierra y de cada país, háblale de su comida. Exquisita, variada, nutritiva. Falafel, hummus, Mansaf y tantos nombres imposibles de recordar. Pan, legumbres y té, no necesitan mucho más. Pollo, cordero y berenjenas. Todo riquísimo, sabroso y contundente.
El hombre jordano es simpático, mira intensamente, sonríe y, tras otra mirada, te dará la bienvenida y te invitará a entrar en su tienda con el pretexto de un té. Hospitality, free. Pero el jordano no insiste, no agobia, no repite. Entiende que vienes de paso y que, si no quieres, no seguirán forzando. No es por dinero, suelen contestar, aunque casi siempre lo sea.
Sí insistirán en la conquista, donde ellos se sienten cómodos lanzando piropos.
La turista, especialmente si viaja sola, le genera curiosidad. Porqué sola, porqué sin marido, porqué no quiere tener hijos. No husband. En un gesto sencillo, con una levantada de ojos y un giro de muñeca, te dice si está soltero, casado o si no le importaría tener otra mujer. Como tú. Española. Quién tuviera, aunque fuera por un breve momento, la autoestima que tiene un jordano. Es una frase, un sentimiento, que me inunda constantemente. Si al final ve que no lo consigue, siempre tiene un hijo o un sobrino al que no le vendría mal una mujer española. Como tú.
¿Y las mujeres jordanas? Llega el final de este post sobre Jordania y aún no se ha hablado de ellas. Se les oye poco, se les ve poco. Conducen, estudian, trabajan, pero siempre están en un segundo plano, más calladas, más tímidas, más escondidas. ¿Es escondidas la palabra? Más tapadas, más inhibidas. Bajo capas de ropa en un calor asfixiante. Siempre contestan cuando se les preguntan, te ayudan, pero, muchas veces, cuando pueden, se escaquean, como si el tema del turismo no fuera con ellas.
Las más jóvenes son una bomba de energía. Mantienen las tradiciones, el velo, la ropa holgada y larga, que tapa sus hombros, sus piernas y su pelo, pero los ojos brillan ante una mujer que se mueve sola y que quiere descubrir un país diferente al suyo. Que se monta en el autobús y habla con todas. Ellas quizás se casen con un hombre rico y no tengan que trabajar en lo que están estudiando, me dijo una de las universitarias de las que estaba rodeada en un autobús. Al preguntarle si era eso lo que ella quería levantó los hombros. Por qué no. Una chica a su lado, que hablaba menos inglés levantó la voz. Yo no. Yo quiero trabajar como psicóloga, lo que soy. Y nos despedimos. Cuidan de mí, en la distancia, con un audio de Instagram en el que no cuelgan fotos. Con ellas nunca hay fotos.
Jordania... Jordania. Intenso, seguro, diferente. Un país de contrastes, algo loco. Así es Jordania con mis ojos.
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Acabo de publicar una novela hermosa sobre unas mujeres que viajan solas y que están inmersas en diferentes momentos vitales. Se llama "Vidas de Gata", puede encontrarse en librerías o aquí, en la página web de mi Editorial Distrito93.
¿Cuánto tiempo has estado en Jordania=, ¿supiste algo del tipo del primer día del apartamemto?, ¿hast estado todo el tiempo en hoteles?. Muy interesante el fast informe; comentarios ágiles y agradables.