La medina de Marrakech se caracteriza por sus olores a especias, a té, a comida y convivencia. Sus calles, estrechas y laberínticas, conseguirán desorientarte. Los puestos se amontonan en zocos especializados que harán que te pierdas hasta llegar, sin saber cómo, a dar con la camaleónica plaza Jemaa El-Fna.
Por un momento, el encanto de nuestro nuevo hogar nos deja con la boca abierta: un riad con encanto en el centro de la medina de Marrakech. El patio interior al que daban las habitaciones y el sonido del agua al brotar de la fuente que descansaba en el centro nos relaja por un momento.
Tras un rato de incertidumbre, y de relajación nos enteramos de que el check in no es hasta las 11 aunque para entretener la espera nos proponen desayunar a cuenta de la casa.
Con un desayuno al puro estilo marroquí digno de los mejores hoteles, desde la terraza creemos tener la medina de Marrakech a nuestros pies mientras los tejados se abarrotan uno al lado del otro.
De nuevo en la calle, Marrakech me invade. Los olores a especias, té, comida y convivencia inundan las calles. Calles tan estrechas que en muchas ocasiones impiden la circulación de los coches. Están al completo. Las personas deambulan de un lado al otro sólo interrumpidos por conductores de moto que rompen el mar de gente con sus pitidos premonitorios y sus velocidades inconscientes.
Al entrar al zoco, los ojos de los vendedores suenan como una caja registradora que solo ve euros andantes. Cada vendedor con el que nos cruzamos tiene palabras para nosotros en francés, en inglés, en castellano y hasta en euskera si les decimos que somos del norte. Y al mínimo gesto de interés por un artículo comienza la negociación; a partir de ahora todos somos amigos, todo es más barato que en Mercadona y de mejor calidad que en la tienda de al lado. Después de una cifra demasiado alta para un artículo que no lo vale, todos quieren saber cuánto estás dispuesto a pagar. Al decir un precio, que incluso a ti te parece bajo, se echarán las manos a la cabeza, bajarán apenas un par de Dirhams a su propuesta inicial y repetirán la buena calidad de sus artículos. Eso sí, al primer intento de huída...bajarán la oferta a casi la mitad. Y si, ya aprendido de lecciones anteriores, decides marcharte tras la siguiente oferta, volverán a bajar.
La medina de Marrakech en general, y el zoco en particular, es un laberinto. Un laberinto, del que si te descuidas un poco, es difícil salir. Pero como dicen, todos los caminos llevan a Roma... Y en este caso no es para menos. Tras patear y patear, y en caso de duda ir hacia el camino que haya un turista, llegarás a la plaza Jemaa El-Fna.
La plaza Jemaa El-Fna es bastante grande y de forma irregular. No es una plaza a "la europea" donde esperas encontrar algo de arte, una estatua, una fuente o una catedral (mezquita en este caso), sino que es una plaza.
A secas.
Eso sí, es la plaza más animada y concurrida de Marrakech. En ella se disponen numerosos puestecitos donde tomar zumo natural de naranja, pomelo o limón por 0'4 Dirhams (unos 40 céntimos) y desde donde los señores postrados tras el mostrador intentarán llamar tu atención para que elijas su puesto. En esa misma plaza, los frutos secos se apilan en apetitosos montones. Dátiles, orejones, higos secos y demás manjares esperan al goloso mientras el señor despacha numerosas moscas a golpe de trapo.
Y si andas descuidado por la plaza, mira a tu derecha, porque es probable que tengas ya un mono en tu hombro mientras un señor te incita a echar una foto, otro se acerque con una serpiente en la mano y cuatro señoras te hagan un círculo mientras te ofrecen "maravillosos" dibujos de henna.
Si en un alarde de valentía te atreves a comer en alguno de los puestos callejeros de la medina de Marrakech, estarás probando comida riquísima a un precio de risa. Un filete de pescado, un pan redondo típico de la medina, un poquito de ensalada de patata y salsa de tomate natural sale por un euro. ¿El comerlo? No es el lugar idóneo, pero... merece la pena probarlo. Los postres, pegajosos y dulces, son una delicia, y el precio, por supuesto, no es caro.
Cuando cae la noche, Jemaa El-Fna se transforma. Desaparecen los monos, las cobras y demás vividores, y aparecen los otros. Numerosos puestos de comida, los cuales ya más preparados (con sus bancos y mesas) cocinan comidas típicas marroquíes: cCous-cous, Tajini y Tajin regados con salsa de tomate y empujados con pan redondo esperan al cliente. Si lo que buscas es una comida típica marroquí, note dejes embelesar por aquellos que te hablan en castellano, tómate tu tiempo, mira dónde hay más locales (se adivina fácilmente) y decídete.
Tu cena, se verá interrumpida varias veces por el humo de los fogones que trabajan frente a ti, por miradas de tus acompañantes de mesa o una salsa demasiado picante de la que nadie te avisó... pero ese es, al fin y al cabo, el verdadero encanto de la gran plaza de Marrakech.
Y eso es en definitiva Marrakech: su medina, sus zocos, Jemaa El-Fna, cuatro cositas a ver (que cierran realmente pronto para el horario europeo), el ambiente, los olores y la locura de sus calles. Toda una experiencia.
La zona de la Medina : es el histórico, tan secreto y fascinante, con sus zocos, riads, la famosa Djema el Fna.
La Medina (590 ha), lo que realmente es el corazón de Marrakech y rodeado por 18 km de muros y es un Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Zocos albergan más de 40.000 artesanos repartidos por las áreas temáticas.
Hay joyas, telas, tejidos, ropa, teteras, bandejas, cuero, alfombras, especias, dulces marroquíes a base de hierbas ....
La mayoría de los monumentos están en la medina antigua como de las tumbas Saadi, la Mezquita Koutoubia, Palacio de la Bahía, el museo de la fotografía, Baldi Palacio y sin olvidar los zocos donde muchos artesanos venden recuerdos.
[…] Sin ir más lejos, nuestra habitación doble con baño en un riad muy céntrico en el interior de la medina nos salió a 15 euros la noche con un riquísimo desayuno […]
me gusta que hayas vuelto .viajo contigo y lo explicas muy claro ..animo ,no lo dejes