Sí, nos vamos en plural y a Kenia en singular
(de momento)
Apenas quedan dos días para embarcarme en la nueva aventura que me supone viajar a Kenia y, cuando lo pienso, se me acelera el pulso y siento un pinchazo en la boca del estómago, como si todas las preguntas se desbocaran hacia esa zona corriendo. De tan palpables, veo cómo se abalanzan las razones y peros. Sólo son miedos, me digo, me repito e interiorizo.
Que nos vamos a Kenia lo decidí cuando volví de Creta, hace aproximadamente un mes, antes de las Navidades. Compré el billete ese mismo día porque estaba barato, pero sobretodo porque hace tiempo que creo que las cosas hay que hacerlas cuando se sienten, sin necesidad de pasarlas tantas veces por el filtro de las dudas, que casi siempre frena.
Esta vez viajo con mi hermano. Como somos así, no tenemos hecha la mochila todavía, pero sabemos que nos llevamos la tienda de campaña, el hornillo, el ukelele y las acuarelas. Las zapatillas, las ganas de caminar, de hacer autostop y la posibilidad de cambiar continuamente de planes. Nos llevamos tiempo y poco presupuesto, así como la no necesidad de visitarlo todo. Creo que es importante convencernos de esto en un país como Kenia, ya que, según tenemos entendido, es un país bastante caro en todo lo relacionado con lo turístico. Por eso, también, la intención de alejarnos de ello todo lo posible.
Todo esto hace que Kenia me asuste. Nadie (me) habla de visitarlo por libre. Si soy sincera, y desde la distancia (los viajes me han enseñado que todo es más fácil cuando una está allí), me asustan los parques naturales llenos de fieras, sentirme extranjera, las enfermedades y la pobreza. Me asusta pensar que no sea posible viajar a nuestra manera.
Con una sonrisa me recuerdo una de las últimas frases de una de mis mejores amigas. ¿Miedo tú? No me lo creo, eres la chica más valiente que conozco. Quizás dijo persona. Ya no lo sé y tampoco sé si (me) importa. Hace tiempo que ya no le doy tanta importancia a lo de ser una mujer que viaja sola (y tampoco esta vez me voy sola). Recuerdo cómo, inconscientemente me hinché un poco ante el piropo y, cómo, también, tardé poco en recoger algo de cable; nunca me he considerado valiente y sí, sin embargo, bastante prudente.
Sin embargo el domingo nos vamos a Kenia.
Tengo miedos, sí, y por eso no puedo evitar alegrarme. No sentí nada de esto en mis dos últimos viajes y, para qué voy a mentir, temí haber perdido la capacidad de emocionarme. Sin embargo, con este viaje a Kenia hace semanas que estoy viajando desde mi casa, que se me eriza la piel y que, sin motivo aparente, me lleno de escalofríos. Estoy algo asustada, pero sobre todo emocionada. Me siento viva y llena de vértigo.
Y, para mí, de eso (también) está hecho el viaje.
Aqui espero tus relatos de Kenia, te deseo un buen viaje lleno de aventuras y historias!
Gracias! Me cuelgo con los comentarios. jajaja. YA hay muchísimo colgado! 😀