Se acerca el final del año y siento la necesidad de hacer balance. Lo sé, no es nada especial. Un tópico típico artificial que muy probablemente haya sido inducido. Como esa música, pensamientos o ideas que de tanto oirlas, leerlas o verlas terminas por tomarlas como algo propio. En fin de año se hace balance y se comen doce uvas. Se escriben nuevos propósitos. A veces creo que es el paso del tiempo y nuestra necesidad de convencernos de su aprovechamiento. Poner en un papel todo lo que hicimos y lo que nos queda por hacer, analizar en qué fallamos y cómo podemos mejorarlo en esta nueva oportunidad que nos da el inicio del año.
Podría decir que es estúpido, que el balance de fin de año podría hacerse cualquier día del año, y también tendría razón. Sin embargo, mi vida está marcada por los finales de año, ya que es una fecha que siempre paso en casa, en la anormal normalidad, masticando viajes o preparando la mente para nuevos destinos.
Y es que soy como un bucle, me digo en este balance de fin de año que analizo. Un bucle no pensado ni planificado pero que, sin embargo, se repite de nuevo. Hace cuatro años que viajo, que dejé mi trabajo, y que vivo viajando (y descansando). Me voy conociendo, son ritmos y sé ahora que me muevo en bucles bieniales. Quizás un día cambien, pero, y a decir verdad, me siento cómoda con ello: Viajo un año largo y vuelvo. Con morriña, con ideas, con cambios y voladuras de cabeza. Con ganas de sentarme, analizar y sentirme cómoda. Moverme, pero menos. Sentirme cerca. Viene entonces un año más lento. De viajes más cortos, de trabajar y aceptar la nueva normalidad. De disfrutar de tener una casa, una familia y un hogar. Admiro a esos viajeros que viajan durante años, solos, creciendo y descubriendo. Pero me cuesta entenderlos. A mí, de momento, se me hace demasiado intenso. Necesito volver, tomar contacto con la tierra, las raíces y la gente. Verme diferente, pero todavía acorde.
Este año que dejamos, el 17, ha sido de esos que pasan despacio. De los que me muevo menos y en el blog me siento un poco más ausente. De los que siento que no viajo, que me enraizo, pero que también (me) son necesarios. Ahora siento que le pongo el sello a ese 17 que termina, que le digo que estuvo muy bien pero que comenzamos año, reiniciamos bienio y este toca viaje largo. Sola, sin billete de vuelta y me marcho. Empiezo por México y que el viaje depare lo que tenga que deparar.
BALANCE DE FIN DE AÑO
- Viajé sola por Marruecos durante mes y medio. Fue mi primera vez sola en un país de África y aunque se me hizo muy intenso al principio, me gustó, quedaron muchas cosas pendientes y sé que volveré.
- Conseguí quedarme "quieta" en Essaouira (más de 10 días) simplemente porque me gustó, aunque me quedaba mucho Marruecos todavía por ver. Sentí que empecé a "permitirme" viajar más despacio aunque eso supusiera dejar cosas por ver.
- Di mi primera charla en Madrid sobre viajar sola. Había dado otras charlas, pero darla en la capital junto a otras viajeras me emocionó.
- Tuve un accidente de coche a 30 kilómetros de mi casa. El camión que llevaba delante perdió la carga en la autopista. Tuve algunas contusiones que me impidieron hacer vida normal (e irme de viaje largo) pero me ayudó para confirmarme que llevar esta vida es lo mejor que puedo hacer. Al final, el peligro está en todos los lados y no hay nada tan peligroso como no vivir.
- He convivido con la rutina, y aunque a veces me enferma, he aprendido que puedo llevarla (y superarla).
- Pasé 15 días en Islandia viajando con mi hermano. Me encantó el país pero sé que prefiero países mas cálidos y confirmé que me gusta no tener billete de vuelta a la hora de viajar. No me gustan las prisas. Viajar dos también está muy bien, pero se conoce menos gente (algo muy importante para mí en los viajes)
- Estuve 4 días en Cracovia, mi país 35 (Islandia es el 36), y aunque fue fugaz me dio una pequeña idea sobre Polonia.
- Tres buenos amigos se casaron este año y tuve bonitos reencuentros con gente que hacía tiempo que no veía. Se siente raro ver cómo todos cambiamos, pero en realidad nada cambia.
- He conocido más mi zona, he visitado San Sebastián, Bilbao y Vitoria, hice un pequeño roadtrip por el norte y he hecho estos 5 trekkings cerca de Pamplona, y alguno más que no he contado, como cuando en mi escapada a los pirineos navarro aragoneses subí al preciosiiisimo Atxar de Alano.
- Viví 2 semanas en un hostel de Pamplona y conseguí sentirme como si estuviese viajando aunque en realidad estaba en una ciudad muy conocida y trabajando. Me gustó la sensación.
- Me mudé dos veces (a dos pisos diferentes) en Pamplona. Me he dado cuenta de que me gusta mudarme.
- Mis dos abuelas enfermaron este año. Las dos están bien ahora, pero me hace replantearme que puede ocurrirles algo cuando yo no esté aquí.
- Hice surf en invierno por primera vez en la costa francesa, y me encantó.
BUENOS PROPÓSITOS PARA ESTE 18
- En este nuevo viaje me gustaría viajar más despacio. Sé que visto desde afuera parece que viajo despacio, pero siempre siento que las ganas por conocer hacen que me mueva de un lado a otro cuando todavía estoy en un lugar que me gusta y del que no me he cansado. Espero seguir lo aprendido en Essaouira y dejarme disfrutar más tiempo de un lugar que me guste.
- Me gustaría reducir (todavía) más la ingesta de carne, aunque no me esté planteando hacerme vegetariana sí que creo en que reducir es saludable y más sostenible.
- Quiero generar menos basura. Creo que simplemente el hecho de ser consciente haría disminuir la basura generada.
- Es un propósito que siempre me hago y nunca cumplo, pero me gustaría ser más activa en redes sociales (del blog) y ser más sistemática a la hora de escribir en el blog. Hay mucho contenido práctico que me gustaría compartir pero finalmente termino con el contenido que más me gusta escribir como sentimientos, emociones y miedos. Que está muy bien, pero generan menos tráfico.
- Quiero terminar de ordenar mi cabeza y palabras y reunirlo en un libro ¿Llegará?
- Me propongo estar más comunicada a la gente que quiero. Escribirles más, contarles más, ser más parte de su día a día a pesar de estar lejos. (Mi madre se va a poner muy contenta al leer este punto).
- ¿Y si nos motivamos del todo y me propongo hacer unos saludos al sol unas veces a la semana? Le sienta bien a mi cuerpo, a mi mente y sobre todo a mi espalda y flexibilidad.
- Y para acabar, quiero no negarme actividades que me encantan como surf, escalada o buceo cuando esté en el lugar adecuado porque sólo pueda pensar en el gasto diario. Todavía me arrepiento de no haber surfeado un día en Essaouira....
¿Qué te parece mi balance de final de año? ¿Cumpliré mis propósitos? ¿Crees que habrá alguno que cumpliré? Comparte tus propósitos viajeros, o no viajeros, conmigo 🙂
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