Hace tiempo que pienso en raíces. Lo sé, no es nada nuevo, ya he hablado de esto. Pero no puedo evitarlo, se me repite, se me enreda, se me entierran. Será que he vuelto, será Pamplona, la familia o estos tiempos locos de nacionalidad, patria y pertenencia. De independencia.
Será que de tanta independencia ya no las siento. O que ahora que he vuelto las siento todo el tiempo y me desacostumbré a ello. Será que no las reconozco, que las añoro o que creo que las estoy perdiendo. Que quizás ya no las tengo.
No me entiendo.
Será el miedo. A quedarme. A marcharme. A estancarme. Me pregunto si no llevo quieta ya demasiado tiempo.
Me busco, me pregunto.
A veces me digo que sí, que ya es demasiado, otras que se está bien aquí.
Poco después, reafirmo que Islandia estuvo muy bien, que fue intenso, pero quiero volver a viajar sin prisas, sin billetes de vuelta ni tiempos. Que quiero irme sin saber cuándo volveré, que quiero irme sola y a un lugar de calor esta vez. Donde se hable español, a poder ser. Pero no quiero correr, y soy consciente, de que tengo que esperar unos meses. Porque tengo dos celebraciones a las que no quiero faltar, por la navidad, porque, de una forma u otra, siento que me tengo que quedar.
Así que está decidido, y contra todo pronóstico, después de este verano casi estático, he decidido quedarme en Pamplona.
Porque, y a decir verdad, también me ilusiona.
Hace mucho tiempo que no decido pasar tanto tiempo en un mismo lugar, y tengo ganas de ciertas rutinas : ir a nadar, tener mi piso y no pensar demasiado en mochilas. Ni en despedidas. Aprender poesía.
Tendré que acostumbrarme a ser menos nómada. Más normal.
Aprovecharé para ahorrar.
Y, con todo esto, es imposible no pensarme estática y en movimiento. Al mismo tiempo. Me veo quieta, pero sé que pronto vuelo. Y pienso en raíces. Aunque no las encuentre. Porque a veces me siento que no pertenezco.
¿DÓNDE QUEDAN LAS RAÍCES DE UNA VIAJERA?
Pienso en las que me trajeron, en las que mantengo, las que voy perdiendo, en las que (se) van olvidando, en las que (no) creo.
Será que últimamente (me) parece que siempre vuelvo. A esas raíces atípicas y extrañas. Quizás mutadas, amorfas, que ya no anclan, pero que agarran y abrazan. Me pregunto qué son las raíces, qué significan y si están vivas. Si ellas también nacen, crecen, se reproducen y mueren. Y me preocupa, entonces, que de tanto cambio y tanto viaje puedan dañarse, romperse.
Y en un sinsentido me imagino clavando un poquito la pala, me imagino cavando la tierra árida de la Ribera Navarra. Las imagino poco profundas. Horizontales. Algo más parecido a un rizoma, con muchos principios y otros tantos finales.
Rebusco, desentierro, replanto y entierro. Y termino sintiendo que no están en este trozo de tierra todas las que tengo. Quizás por eso el sentimiento de que no pertenezco.
Quizás no tengo una sola raíz. Tampoco rizomas.
Y (me) pienso en esquejes. Trocitos de mí; en el mundo, en lugares y corazones, en momentos y sentimientos. Y no puedo evitar preguntarme si echaron raíces, si siguen creciendo o, si, por el contrario, con el frío murieron. Quizás, deseo, están en estado latente esperando la lluvia, que vuelva, o una primavera.
Y tras escribirlo, dejo de pensar en todo esto. Me reconforto. Quizás también va de esto.
Será eso, que he vuelto, de nuevo, a Pamplona, que me sienta bien y, simplemente, es raro no pensar(me) en movimiento.
Suscríbete a Dejarlo Todo e Irse y comienza a disfrutar de todos los artículos y recursos que se publican en el blog así como de material exclusivo.
Introduce tu email ahora y recibe como regalo de bienvenida en tu correo mi ebook
" ¿Y si viajo sola? El libro que te dará el último empujón."
Hola Patricia !!!! Desde el año pasado he estado leyendo tu blog y ha sido una de las experiencias màs lindas que he tenido siempre en mis momentos de ocio lo visito y hasta siento que vuelo contigo. Admiro esa pasión que tienes por la vida y que seas el vivo ejemplo de lo que llaman "Carpe Diem". Me considero a mi misma una viajera reprimida pero se que en mi corazón lo soy y algun dia estaré igual que tu emocionándome con los paisajes, conociendo gente y aprender de lo bello de la vida. Tengo 19 años cumplidos hace casi 4 meses y se suponía que este año estaria en la Universidad pero por cosas de la vida me dio un año sabático y estoy trabajando al principio pense que había fracasado pero a medida que paso el tiempo me di cuenta que era mi oportunidad de ahorrar dinero y poder iniciar mi primer viaje en solitario mi destino pensado es Machu Picchu es por eso que decidí comentarte que consejos me das, si sera buena idea ir sola, si es seguro, si me voy por mi cuenta o en una agencia de viajes o mejor voy a otro destino cual me recomiendas teniendo en cuenta que nunca he viajado sola, Seria de gran ayuda si me ayudaras con un par de consejitos ya que gracias a ti aparte e otras cosas encontré la fuerza para hacerlo aunque lo he comentado a mis conocidos y me dicen que no es buena idea que soy chica que debería ir con màs gente pero algo en mi corazon me dice que debo hacerlo. Saludos te manda Macarena desde Valdivia, Chile.
Hola Macarena!
Me ilusiona ver tu ilusión por nuevos viajes! Seguro que los disfrutas muchísimo! No puedo darte mucho dato sobre Perú porque todavía no fui (¡aunque está en mi lista, ¿quizás en 2018?)
No temas al hecho de hacerlo sola, el mundo no es tan peligroso como nos quieren hacer creer, ni nosotras somos tan frágiles como nos contaron 😉 Perú está llena de viajeros con las mismas ilusiones y planes que tú, así que no lo dudes y lánzate! Particularmente no recomiendo agencias, a mí me gusta viajar sola y libre, pero sí recomiendo llevar algunas noches de hostel (allí se conoce a mucha gente!) reservadas, sobre todo las primeras! Yo lo hago a través de esta página y siempre me funcionó muy bien http://prf.hn/click/camref:1011lJ8f
Un abrazo viajero! Patricia
Decía Gabriel García Márquez que viajar es volver. Y así funciona, nada está escrito, y hasta los más nomades disfrutamos de seis meses la misma cama.
Gracias Marina! Es extraño ( en mí) esa sensación de estar disfrutando de mi lugar y de un tiempo "estable". Eso sí, hoy empecé a mirar vuelos y ese zen se disipó! Jajajaja. Un abrazo!
Es bueno olvidar al menos una vez en la vida las raíces para luego, volver a ellas con más fuerza, con más añoranza, para no olvidarlas nunca más.Saludos
Gracias Jorge!
Siento que no es tanto olvidarlas, si no que las voy tallando, recortando, abandonando y recuperando. ¿Tiene eso sentido? jejeje Un abrazo!