Quizás sea el viaje que me ha trastocado, quizás sea que me gusta, que me siento cómoda y que me plantea un reto al mismo tiempo. Pero sí, he tomado la decisión de llevar una vida slow. He tomado la decisión de vivir despacio.
La primera vez que escuché hablar sobre la vida Slow no lo tomé demasiado en serio. Un nuevo movimiento, un caracol dibujado y caminar intencionadamente despacio fueron los primeros pensamientos que vinieron a mi mente. Alargar los movimientos y tomarte tu tiempo, para terminar perdiéndolo, me dije. Seguro que tardan dos horas en preparar una ensalada.
Pero la vida es bastante curiosa, y otro tanto caprichosa. Poco después de escuchar el concepto y unas pocas pinceladas sobre la vida slow (de las que pasé completamente) comencé el camino de Santiago. Como expliqué el otro día, el camino te obliga a moverte a unos cuatro kilómetros por hora, a avanzar unos 25 kilómetros al día y tomarte tu tiempo. Sin embargo, y como siempre pasa, no fui consciente de lo rápido que caminaba hasta que me detuve.
Y sorprendida de verme caminar acelerada, me he propuesto bajar el ritmo. Vivir más despacio. Aunque se me haga tan complicado como suena en mi mente. Dejaré de plantearme mil objetivos que no cumpliré para realizar sólo uno. Me comprometeré con lo que estoy haciendo y disfrutaré con cada cosa que hago. Un Carpe Diem, pero menos romántico y más cotidiano.
Conduciré menos y caminaré más, y lo haré sin pensar en el tiempo. Dejaré de intentar ser cienporcien productiva para serlo sólo cuando de verdad necesite. Veré menos televisión. Descansaré más. Cocinaré sin prisa, y con alegría, porque es entonces cuando cocinar se convierte en toda una sesión de meditación y no en una obligación. Disfrutaré con mis amigos sin mirar el reloj. Besaré despacio, como si nunca más pudiera volver a hacerlo y descubriré cada rincón de quien tenga delante. Miraré a los ojos detenidamente. Abrazaré más. Y durante más tiempo. Anularé los planes que no pueda disfrutar con tranquilidad e ignoraré las actividades que me creen estrés. Seleccionaré mis prioridades. Escribiré sin pensar en qué viene después. Intentaré olvidarme del reloj. Comeré con hambre y dormiré con sueño. Escucharé el sonido de la noche y miraré las estrellas. Aprenderé a entender el ritmo del viento. Comeré más despacio, sin distracciones, sólo sabores o palabras enlazadas.
Pero, sobre todo, me he prometido a mí misma que nunca más aceleraré algo que esté disfrutando. Nunca más terminaré antes de tiempo algo que me haga sonreír. Aprovecharé cada instante de ese momento y de esas sensaciones, sin preocuparme qué viene después o qué debería estar haciendo. Porque para eso ya se encontrará otro momento. Y no me pondré más excusas, porque ese momento, el que estoy viviendo, es el más importante y el más emocionante. Es el único real.
Buscaré mi vida slow. Para vivir más lentamente, y profundamente.
MÁS SOBRE LA VIDA SLOW:
La frase: En la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad; Gandhi
El libro: Elogio a la lentitud; Carl Honore
Estoy en ello yo también !!! y si a veces noto que es muy difícil por eso me gustaría mucho leer un post tuyo en el que nos cuentes porque te resulta difícil y como lo combates. Me siento tan arrastrada a veces !!!! jajajajjajaajjaj GRACIASSSSSSSSSS!!! Isabel
(ya estoy ssuscrita)
Qué bien Isabel! Y sí! Qué difícil es!!! No soy ninguna experta, sólo una aprendíz! jajajaja. Algún día me veré insipirada para compartir mis más y mis menos con la vida slow y lo compartiré aquí ¡eso por supuesto! 🙂
¿Conoces este texto (equivocadamente atruído a Borges)? En estas estás, y no has esperado a los 85! 😉
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INSTANTES
Nadine Stair.
Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.
¡Gracias por este texto tan precioso Andrés!
Como dices, en ellas estoy... pero ¡es tan difícil! jejejeje
Un saludo
Buena propuesta es mejor disfrutar y paladear cada momento.