Tú lo que necesitas es un hombre a tu lado, que te quiera, que te proteja y que te cuide. Un macho. Un hombre fuerte. Y no esperes demasiado, o te quedarás sola.

(Me) hablaba un hombre chileno, en sus cincuenta, unas dos horas después de perder el aire, y casi un pulmón, tras caminar juntos durante quince minutos. Lo gracioso es que parecía no recordar que fui yo quien le acercó el agua mientras permanecía sentado intentando respirar, y que, ahora, desde esa nueva posición, más acomodado en su sofá, daba la sensación de que él se sentía como una buena opción de ese macho que yo tanto necesitaba.

Me puse a pensar. No en él, ni en sus frases, sino en todas esas  veces que me preguntan hasta cuándo viajaré y si pararé algún día. Si proyecto así toda mi vida y si no tengo miedo a quedarme sola.

Y aunque me cuesta entenderlo, y me parece algo anticuado (para qué negarlo), supongo que es algo que llama la atención sobre una mujer que viaja sola. ¿Hasta cuándo así? ¿Durante cuánto tiempo? ¿No piensas en una pareja, hijos y toda la historia? ¿No tienes miedo a que se te pase el arroz, a que se te haga tarde y a que llegue un momento al que no le resultes atractiva a nadie? ¿a perder este momento, tan clave y perfecto, para las mujeres (y aquí remarcan la palabra mujeres), y que pasa tan rápido?

¿Y si me quedo sola? ¿Qué pasaría? Y es curioso que me pregunten ese tipo de cosas, porque son cosas que yo nunca me pregunto.  Porque no me interesan, porque no sé contestarlas y porque no me importan. Tengo 29 años, estoy soltera, y aunque un día me gustaría tener hijos, no me siento presionada a ello. Y no me importa,  porque siento que dedicar mucho tiempo a pensar en el futuro es una pérdida de tiempo, porque es hablar de conjeturas, de presentimientos y suposiciones. Es planificar en la mente y construir sobre el aire.

 Y, puestos a construir castillos en el aire, intento que sean los que yo quiero.

Es verdad que a veces me pregunto qué será de mí.

Pienso si viajaré siempre o llegará un momento en el que me canse. En el que me asiente y me relaje.

Si llegará el día en el que me canse de hacer y deshacer la mochila. De salir a la carretera y descubrir nuevos lugares. De no saber a dónde iré ni cuándo volveré. O si me agotará la incertidumbre.

No sé si me enamoraré y viajaré con alguien. Si tendré familia y querré un lugar al que llamar hogar. O si seré(mos) de esas familias increíbles que viajan en manada y con mochila. Si llegará ese momento en el que necesite sentirme parte de ese algo del que tanta gente me habla o, por el contrario, crearé mi propio "algo".

A veces me pregunto si esta vida nómada me impide formar relaciones estables, o, si soy yo quien la elegí porque no las quiere, si no las quiero porque no encontré con quien quererla o porque existen otro tipo de relaciones que todavía no conozco o no comprendo.

PERO ¿Y SI ME QUEDO SOLA?

A veces, (y especialmente cuando me hacen estas preguntas), me pregunto qué pasaría si al final me quedo sola. Y me pregunto entonces qué significa quedarse sola. A qué se refiere mi interlocutor(a) con la palabra sola. ¿Sin pareja? ¿sin hijos? ¿sin compañía? Y qué pasaría ante cualquiera de estas opciones.

Y llego a la conclusión de que no, que no tengo miedo a quedarme sola debido a esta forma de vida, ni a perder estos años en los que la sociedad presiona porque se supone que son en los que debería estar pensando en formar una familia. Porque siempre hay un roto para un descosido, porque siempre hay con quien compartir un trocito de vida, porque siempre hay amigos, y amigas. Siempre hay familia. Y si alguien debe encajar tendrá que hacerlo con esta (mi) forma de vida. Sea cual sea.

Y son cosas que no puedo planificar, ni forzar ni inventar.

Y nunca cambiaría nada de esto por "si me quedo sola".

Así que no, no me pregunto qué pasaría si me quedo sola, porque creo que quedarse sola no es tanto una circunstancia sino un sentimiento, y sea como fuere, no es algo que alguien pueda controlar, incluso quienes planifican su vida de la forma más estable (y acompañada) posible.

Así que sí, podríamos decir que me preocupa poco el futuro, pero creo que es lo que ocurre cuando estás realmente contenta con este presente.

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