No quiero entrometerme, ni ser pesada, pero ten cuidado. No viajes sola. Ya ves qué cosas pasan.

Y ahí fue como se rompió la veda. Así fue como escuché por primera vez hablar de las dos chicas argentinas, mochileras, que fueron asesinadas en Ecuador mientras viajaban solas.

Qué irónico, me digo, dicen que viajaban solas, pero eran dos.

¿Qué (o quién) les faltaba?

Mi cabeza echa humo. Yo viajo sola. Llevo dos años haciéndolo y me siento segura. Y mi indignación me supera. Los medios tratan a las víctimas de culpables y critican su intrepidez. Se intercambian los papeles, se mezclan los roles.

Viajar sola es imperdonable, arriesgado y muy alocado.

¿Cómo pudieron hacerlo? ¡Era de noche! ¿Es que no eran conscientes de los riesgos? ¿Del peligro? Estaban ahí, a esas horas, en esos lugares ¡Y estaban solas! Como mujeres. Con sus tetas, sus culos y sus mochilas. Provocando. Arriesgando. Siendo inconscientes.

Quizás haga falta más consciencia, más educación.

Quizás no les quedó clara la lección.

Me enrabieto. Me cabreo.

Yo viajo sola y no me hace falta más concienciación.

Y me enfado con el asesino, que mata mujeres por el hecho de ser mujeres. De creerse más fuerte. Por ser un degenerado. Un loco, un tarado.  Un pervertido que no sabe controlarse, que no sabe detenerse.

Me enfado con la sociedad, que alimenta esta realidad. Cosificando a las mujeres, limitando sus libertades y promoviendo la figura sexista.

Y me enfado con los medios, que no paran de acrecentar esos miedos, esas lecciones. Que dejan bien claro que las culpables fueron ellas, por estar donde no debían, cuando no debían y como no debían. Por lanzar la moraleja a todas las mujeres que quizás se estén planteando cargar la mochila.

Porque si viajas sola, podría pasarte. Porque es peligroso. Porque el mundo no es un buen lugar para las mujeres, porque debes tener cuidado.

El mensaje es claro. Ya no sólo no se puede viajar sola si no que tres o cuatro mujeres no son suficientes. Necesitas la protección de esa figura masculina a tu lado. Necesitas un macho. Y si no lo llevas, si él no está a tu lado, todo lo que te pase a partir de ahí te lo has buscado.

Porque ya sabes lo que pasa, lo has visto en la tele. Te lo han avisado. 

Y me pregunto cuál hubiese sido el titular si los dos asesinados hubiesen sido hombres y no mujeres. Si se les hubiese culpado. Y si hubiese habido tal despliegue de miedo, terror y concienciación. Concienciación para ellas, para que tengan cuidado, para que estén controladas, para que se queden en casa.

Pero no te dejes engañar. No somos las culpables. El asesino es claro.

El problema no se soluciona dejando de caminar solas, se soluciona generando una educación basada en el respeto, la libertad y en la igualdad.

Por eso, días como hoy, más que nunca, tenemos que gritar juntas.

Tenemos que luchar por generar una sociedad donde la concienciación y educación no esté basada en la opresión ni la negación de la libertad de la mujer.

Donde viajar sola no sea visto como una provocación. Porque no queremos ni una victima más.

Porque queremos una sociedad que deje de disfrazar el crimen, y que no haya ni una culpa más en nombre de la seguridad.

Yo viajo sola. Hace más de un mes que viajo sola por Sudamérica. Viajé sola siete meses por el sudeste asiático y caminé sola el Camino de Santiago.

Viajo sola. Y lo seguiré haciendo. Porque me gusta. Porque disfruto haciéndolo. Y es mi derecho.

Recomiendo:

Viajo sola: Todo lo que no podrán ser

Nosotras somos las culpables

Suscríbete a Dejarlo Todo e Irse y comienza a disfrutar de todos los artículos y recursos que se publican en el blog así como de material exclusivo.

Introduce tu email ahora y recibe como regalo de bienvenida en tu correo mi ebook 

" ¿Y si viajo sola? El libro que te dará el último empujón."